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domingo, 4 de noviembre de 2012

Miles de migrantes de todo el país viven en situación de riesgo en Ushuaia


LOS FLORES. Dos hermanos salteños que viven en pleno bosque, la villa
miseria El Escondido, de Ushuaia.  
Las villas miserias australes muestran un caos humanitario y ecológico.

Matilde Sánchez USHUAIA ENVIADA ESPECIAL 
msanchez@clarin.com
El Concejo Deliberante de Ushuaia aprobó finalmente el proyecto de urbanización de 64 hectáreas del valle de Andorra donde podrían construirse unas 1.200 viviendas. Esta medida pretende aliviar con atraso la presión habitacional y disuadir de las intrusiones en tierras no aptas para el asentamiento humano. Esta emergencia local es un problema de todo el país. 

Debido a la inmigración del interior desde 2001, Ushuaia vive un estallido demográfico único y el boom turístico llevó los alquileres a la estratósfera. Un recorrido por los últimos asentamientos revela mucho más que un paisaje de urbanismo degradado.

El cerro de La Bolsita fue bautizado así por ser una zona muy ventosa adonde van a dar las bolsas plásticas sin dueño. En invierno éstas se enganchan a las ramas como patéticos farolitos. La noción de favela está tan presente que hasta le llaman "el morro". No hay cloacas y son 54 familias colgadas del alumbrado. Un mes atrás, decenas levantaron sus casillas de polietileno: cada una tiene su bandera argentina para reivindicarse como "no-bolivianos". Son una irónica Gendarmería del desempleo en el país. Las mujeres cargan bidones de agua por una cuesta señalizada con carteles de "peligro": a dos metros bajo tierracorre un gasoducto de alta presión y un electroducto de 13 mil kilowats. El juez Juan J. Ureta ordenó el desalojo pero sólo unas pocas casas fueron desarmadas. Hay más de 150 menores de diez años en taperas que a menudo sólo contienen una carpa. Dice Fabricio Osuna, delegado del barrio: "La Gobernación y la Intendencia compiten por no atendernos".

En la Reserva Forestal de El Escondido, a pocas cuadras del centro, el bosque no dibuja el paisaje sino un laberinto inflamable. Hace un año se abrieron dos caminos entre los árboles y pocos después cientos se habían instalado. En precarias chozas de telgopor, que arde más que la madera, hoy viven 250 familias llegadas de todo el país y de Bolivia. Se calientan con salamandras y cocinas a garrafas, vendidas a un precio "social" de 5 pesos. Imposible caminar. Se accede sorteando troncos por dos sendas embarradas: hace un mes una parturienta tuvo que ser rescatada por los bomberos. Estos vienen reclamando arreglos en la Zona Norte desde hace años. Esta villa miseria es uno de los temas calientes de una Intendencia que cerró la recepción de pedidos de viviendas hace siete años. El loteo y entrega de parcelas quedó en manos de la Gobernación y el mercado inmobiliario. Los mencionados son apenas dos entre los treinta asentamientos informales.

En su despacho, el intendente Jorge Garramuño señala que la ciudad no cuenta con "tierras fiscales" y que la carta orgánica les impide entregar lotes sin servicios. Dice que los costos de llevar luz y veredas a la montaña hacen que El Escondido sea "inurbanizable". Su secretario de Gobierno, Héctor Stefani, compartió en diálogo con Clarín sus sospechas de que detrás de las intrusiones mencionadas está involucrado un sector del Justicialismo fueguino. En algunos despachos se acusaba al senador Mario Daniele y a su aliado en el Concejo Deliberante, Juan C. Pino, de orquestar el asentamiento "a lo bonzo" en el gasoducto de La Bolsita. En diálogo telefónico, Daniele lo negó de plano y señaló que "en diez años la Intendencia no urbanizó y ahora esto le estalla en las manos".

En el Instituto Provincial de la Vivienda, el arquitecto Jorge Cofreces tiene 5.700 familias inscriptas en espera de viviendas y antes de mediados del 2007 estará entregando unas 1.300 en toda la provincia. En Río Pipo, dentro de Ushuaia, compraron 121 hectáreas en el 2000 y ya se han urbanizado 41. Hace un año se entregaron allí las primeras 129 unidades; hoy construyen otras 237. Pero Cofreces dice que esta resolución es muy insuficiente debido a la aceleración demográfica: "La construcción nunca logra ponerse a la par de la demanda, aunque sólo puedan inscribirse quienes acrediten cuatro años de residencia".

El intendente Garramuño apunta a las autoridades provinciales, que "en siete años no construyeron una sola casa". Según él, la solución de fondo es construir poblaciones satélite en el puerto de Almanza y Remolino, que alojen a quienes trabajen en Ushuaia. "Mejor que las utopías conviene el modelo europeo —dice Cofreces— Aprovechar los parches urbanos". Más allá de estos recursos, el tercer sector involucrado es la Armada, que conservó todas sus tierras y cuenta con 80 hectáreas urbanizadas en zonas céntricas. Se espera destinar a viviendas sociales una parte de ellas, que la Armada cedería a cambio de la construcción de la base naval integrada, en la zona de la Península, aunque los convenios todavía van lentos.

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                                Esto muestra a la Argentina del siglo XXI...!  ¡Qué tristeza...!