08/04/2017 - 21:56Clarin.com Ciudades
Arqueología
Descubrieron la aldea más antigua de la Ciudad en la zona
del Autódromo
Es de los siglos XII y XIII y vivían cazadores
recolectores. Hicieron 38 excavaciones, también en Villa Riachuelo. Encontraron
utensilios, flechas y rastros de arquitectura en madera. “Esto cambia la
historia porteña”, disparan los expertos.
Descubrieron la aldea más antigua de la Ciudad en la zona
del Autódromo
En acción. Los arqueólogos argentinos y vascos excavando
a metros de la pista del Autódromo porteño.
María Belén Etchenique CLARIN - BUENOS AIRES
Arqueología/ Hallazgos históricos
“Estamos caminando donde ellos caminaron”, dice el
arqueólogo Ulises Camino. Está parado dentro de una excavación, a menos de un
metro del suelo. A su espalda se alza una de las tribunas del autódromo porteño,
alrededor hay parrillas y mesas de cemento. Dice ellos y no se refiere a las
personas que cada fin de semana visitan el camping municipal, tampoco a los que
llenan el autódromo cuando hay una carrera. Dice ellos y habla de los
pobladores más antiguos de los que se tenga registro en Buenos Aires. Ahí, en
medio de un camping, a metros de la pista en la que se corre el Super TC 2000,
investigadores argentinos y vascos encontraron un aldea indígena de los siglos
XII-XIII.
Hicieron 38 excavaciones, repartidas en el Autódromo
Gálvez y en el Parque Ribera Sur, en Villa Riachuelo. Extrajeron cerámicas,
puntas de flechas, cuentas de collar, huesos y rocas. También encontraron
huellas de postes en los que se apoyaban las casas. Todos rastros que les
permitieron confirmar la existencia de un asentamiento prehispánico. La
legitimación científica se completó hace dos meses: la aldea es tres siglos
anterior a la llegada de los españoles al Río de la Plata.
Parque Ribera Sur. Arqueólogos argentinos y vascos
excavan, rodeados de parrillas y mesas de cemento.
“¿Ves este agujero que está ovalado? Seguramente es de un
poste que pertenecía a una construcción y lo sacaron para llevarlo a otro lado.
Hicieron así -dice Ulises y con los brazos emula el movimiento hacia atrás y
hacia adelante que se usa para desenterrar una sombrilla en la playa-”. Dentro
de la excavación la tierra es lisa, aunque está tapizada de musgo. Mientras se
hicieron los análisis de laboratorio no hubo trabajo de campo. Hoy, sobre el
piso de una de las excavaciones hay 12 agujeros de entre 15 y 20 centímetros de
diámetro. La mayoría son círculos perfectos, lo que indica que formaban parte
de estructuras de viviendas con una ubicación semiestable.
“Es el hallazgo arqueológico más importante de la Ciudad.
Encontrar una aldea prehispánica debajo de Buenos Aires cambia la historia:
prueba que la vida de la Ciudad no empieza en 1536, con la fundación de Pedro
de Mendoza, como nos enseñaron”, dice Daniel Schávelzon, investigador del
Conicet y director del Centro de Arqueología Urbana de la Universidad de Buenos
Aires. Desde hace 40 años indaga debajo de la superficie porteña. Su nombre
está detrás de los hallazgos arqueológicos más valiosos. Pero ni siquiera él
suponía que en el sur dormía un asentamiento tan antiguo. Llegó a Villa
Riachuelo en busca de otra cosa: quería restos de la primera fundación
española. Jamás imaginó lo que encontraría.
Descubrieron la aldea más antigua de la Ciudad en la zona
del Autódromo
Investigación. Daniel Schávelzon, Daniel Loponte y Ulises
Camino, en el laboratorio del Centro de Arqueología Urbana de la UBA. Así
relevaron parte del material recolectado. /Juan Manuel Foglia
Por primera vez, Capital tendrá un mapa arqueológico
El equipo de investigadores empezó pelándole capas a la
tierra. Lo primero que hallaron fue fragmentos de vasijas de cerámica, piezas
que los indígenas usaban para cocinar caldos y guisos, trasladar el agua que
sacaban del Riachuelo (entonces la orilla estaba a pocos metros) y servir la
comida. Luego encontraron puntas de flechas, cuentas de collares, vértebras de
guanaco, falanges de venados de las pampas y la cáscara de un huevo de ñandú,
entre cientos de elementos. “Son restos de uno o varios campamentos indígenas
de cazadores recolectores pampeanos. Vivían de la caza de guanaco, ñandú y
venado de las pampas. También sabemos que usaban piedras originarias de Tandil,
Entre Ríos y Uruguay”, dice Daniel Loponte, arqueólogo del Conicet y del
Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. El grupo de
expertos se completa con restauradores de la Universidad del Museo Social, la
gerenta operativa de Patrimonio de la Ciudad, Nani Arias, y arqueólogos
dirigidos por un Agustín Azkarate, un prestigioso investigador de la
Universidad del País Vasco.
Descubrieron la aldea más antigua de la Ciudad en la zona
del Autódromo
Posible hallazgo. Los arqueólogos argentinos y vascos,
reunidos en una de las excavaciones ante un posible descubrimiento.
“Analizamos las cerámicas y tenemos cinco fechas
obtenidas por el método de la termoluminiscencia. Cinco fechas coincidentes, en
diferentes laboratorios de España, es indiscutible”, dice Schávelzon. “Además
-sigue- hay evidencia de que tenían una arquitectura en madera. Si estaban todo
el año o si la habitaban en una época o lo usaba un grupo o distintos lo
tenemos que seguir investigando”. Pero hay descubrimientos que los entusiasman:
recuperaron fragmentos enterrados de morteros para moler pimientos y frutos.
También, rocas que usaban para cortar o raspar. “Suponemos que enterraban
objetos que les resultaban más difíciles de trasladar. Los ponían en lugares
determinados para luego volver a usarlos”, agrega Camino. Además confeccionaban
sus propias herramientas, eso jamás se había encontrado en la región.
“Fabricaban sus propias puntas de flecha. Encontramos desechos que descartaban
mientras las hacían”. Las flechas las empleaban para cazar, aunque no descartan
que fuesen elementos de defensa.
Pasaron más de 700 años, el Riachuelo se rectificó y un
viejo puente -La Noria- fue desplazado, pero las tierras que rodean al
autódromo siguen siendo una loma natural. De pie, al lado de la pista, se
pueden ver los edificios de Puerto Madero. Era un punto en el que los primeros
pobladores tenían dominio visual sobre todo el bañado del Riachuelo. “La Ciudad
de Buenos Aires es el lugar que un arqueólogo menos elegiría para buscar un
sitio prehispánico -dice Loponte-. Se supone que acá todo está modificado. Lo
que encontramos es una cápsula del tiempo preciosa”.
08/04/2017 - 11:56Clarin.com Ciudades
La aldea prehispánica recién descubierta
"Podemos saber mucho más sobre los antiguos
pobladores"
Lo dicen los arqueólogos, que harán nuevos estudios y
trabajarán con especialistas en otras áreas: biólogos, geólogos y químicos,
entre otros.
"Podemos saber mucho más sobre los antiguos
pobladores"
Arqueólogos. Se les sumarán biólogos y químicos, entre
otros.
Ciudad de Buenos Aires
Arqueología/ Hallazgos históricos
Desde la definición del espacio de trabajo, los
investigadores argentinos y vascos se apoyaron en técnicas. Recurrieron a
estudios hechos a principios del siglo XX por el naturalista Carlos Rusconi, el
primero en reconocer la importancia arqueológica de esa zona del sur de la
Ciudad. Usaron cartografía vieja y la superpusieron con imágenes satelitales.
Así, definieron un área de terrenos altos ubicados a orillas del Riachuelo, una
lengua de suelo que funcionaba como una isla en la planicie de inundación. En
ese punto empezaron a abrir la tierra.
Con los hallazgos en las manos, enviaron muestras de cerámicas
a laboratorios españoles. Las sometieron al método de la luminiscencia. Una
técnica que se usa en arqueología para determinar la edad de objetos que hayan
sido sometidos al calor. En la Argentina casi no se hace, dicen los expertos.
En breve se harán estudios que darán, mediante métodos como el radiocarbono, la
antigüedad de los huesos de guanacos y venados de las pampas. También se harán
análisis de ácidos grasos a la cerámica para conocer qué se cocinaba adentro.
“Se puede reconstruir la flora, la fauna, la temperatura,
el medio ambiente y las condiciones ecológicas. Podemos saber mucho sobre estos
primeros pobladores. Hace 50 años hubiese sido imposible, pero hoy se llega a
un nivel de estudio microscópico”, dice Daniel Schávelzon. Las muestras están
distribuidas en siete cajas azules en una estantería del Centro de Arqueología
Urbana de la Universidad de Buenos Aires. Cada elemento fue lavado en forma
previa, y está dentro de una bolsa y rotulado. Un equipo de restauración de la
Universidad del Museo Social determinó cómo guardarlos y conservarlos.
En mayo los vascos volverán, los pozos de excavación
crecerán a los costados y al grupo de arqueólogos se sumarán geólogos,
botánicos, biólogos y químicos. El hallazgo más antiguo en la historia de Buenos
Aires lo demanda.