POR MARÍA LUJÁN PICABEA CLARÍN Ñ
OPINIÓN
Juan Yáñez
El buen lector, es entre otras cualidades, aquel que se apasiona con los
libros, y ellos aún son capaces de modelar su criterio. Esa pléyade de buenos lectores han logrado a través de la palabra escrita, despertar los valores, haber desarrollado el conocimiento, transmitirlo con la mayor pureza y vocación. Tales individualidades no
surgen espontáneamente, sino que esa sana disposición comienza desde la niñez,
cuando se aprende a leer.
Necesaria es la educación, habiendo buenos educadores habrá buenos
educandos, amantes de los libros, del conocimiento; y que mejor iniciativa para
comenzar el largo periplo de la ilustración que comenzar por el principio: que se escriban y editen libros
para niños.
Esta iniciativa es un signo optimista para estos tiempos, en que la cultura no luce como debería, sin embargo aún existen aquellos en que la esperanza se nutre, cobra vida y el entusiasmo consigue el resto...
.................
Los chicos son poseedores de una mágica
habilidad para forzar a los adultos a dar respuestas a cosas sobre las que
estos no se han interrogado o, si lo han hecho, han clausurado toda duda. Pero
los chicos no cesan en sus embates, ante ninguna lógica de manual, van más
allá, y más. En el libro Donde la ciudad termina , recientemente publicado por Pequeño
editor en la colección “Incluso los grandes”, Ruth Kaufman se anima a un
diálogo entre un niño y un adulto (el novio de su mamá) en el que uno y otro se
piensan y se miran con ojos prestados y en ese intercambio no sólo redescubren
sus entornos sino que construyen una alianza emotiva.
“Cruzamos calles y más calles/ y avenidas/ y la vía de un tren/ más de una hora/ pero siempre la ciudad siempre/ está/ como si nos quedáramos quietos./ Al final del recorrido/ nos bajamos/ subimos a otro ómnibus/ que cruza otra vez/ calles y más calles/ y avenidas/ seguimos a pie/ hasta que mamá dice/ acá/ termina la ciudad./ Corro/ llego antes que nadie/ no tiene fin/ no tiene color/ el río es idéntico al cielo.”¿Hasta dónde llega la mirada de un niño? Puede subir, agacharse, rodar..., y hasta allí también acompañan las ilustraciones de Daniel Roldán.
“Cruzamos calles y más calles/ y avenidas/ y la vía de un tren/ más de una hora/ pero siempre la ciudad siempre/ está/ como si nos quedáramos quietos./ Al final del recorrido/ nos bajamos/ subimos a otro ómnibus/ que cruza otra vez/ calles y más calles/ y avenidas/ seguimos a pie/ hasta que mamá dice/ acá/ termina la ciudad./ Corro/ llego antes que nadie/ no tiene fin/ no tiene color/ el río es idéntico al cielo.”¿Hasta dónde llega la mirada de un niño? Puede subir, agacharse, rodar..., y hasta allí también acompañan las ilustraciones de Daniel Roldán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario