Bisagra
Muere el
fiscal que acusó a Cristina Fernández de encubrir a Irán
EDUARDO
AMADEO 19 ENE 2015 - EL PAÍS Madrid
La muerte
del Fiscal Nisman es una bisagra para este Gobierno y para el funcionamiento de
nuestra democracia.
Para este
Gobierno, porque la sangre de Nisman ha de teñir lo que le queda aún en el
poder. Las pruebas de su investigación sobre el caso AMIA y sus implicaciones
para los funcionarios se potenciarán hasta niveles impredecibles, porque se
relacionan con infinitas dimensiones de un manejo inmoral, autoritario y
desordenado de la política local e internacional.
En la
misma investigación sobre esta muerte, el Gobierno ya aparece obligado a probar
su inocencia. No solo debe demostrar que no es autor directo, sino también por
qué no funcionó la custodia que estaba obligada a proteger al Fiscal. Ya es vox
populi en el país que estamos frente a un asesinato político.
Tampoco
queda lugar alguno para las ironías, ni para los silencios soberbios, ni las
culpas ajenas de un discurso absurdo. Para el Gobierno se acabó la posibilidad
de construir la realidad propia y esconder la ajena recurriendo a la fábula de
las conspiraciones golpistas y los medios de comunicación complacientes. La
muerte de Nisman es una realidad que lo ha de marcar hasta el final y para la
cual ya no funcionarán los perversos mecanismos de negación y agresión que
hasta ahora han tratado de ocultar corrupciones, accidentes y malas políticas.
Pero la
muerte de Nisman también debería ser una bisagra para el funcionamiento de la
democracia y para los desafíos a futuro del sistema político. Los otros dos
poderes y la oposición deberán tomar este tema como un eje práctico y simbólico
de su trabajo. No solo en las responsabilidades fácticas para resolver esta
muerte, sino también en la energía necesaria para construir una arquitectura
democrática y legal que haga que la perversidad institucional del kirchnerismo
se convierta, cuanto antes, en parte de la historia.
El
Gobierno aparece obligado a probar su inocencia. Es vox populi que estamos
frente a un asesinato político
Argentina
no puede seguir más tiempo en este camino de degradación. Un país en el que es
concebible que el dislate que investigaba Nisman pudiera no tener
consecuencias; en el que un Vicepresidente puede estar procesado y seguir en
funciones; en el que los amigos del poder se dedican a construir la
arquitectura de la corrupción con total impunidad; en el que se pretende cubrir
todos los cargos de la
Justicia con militantes políticos; en el que los servicios de
inteligencia tienen total autonomía para violar la ley. Un país en el que puede
utilizarse descaradamente la mayoría legislativa para vulnerar derechos e
ignorar la Constitución.
La muerte
de Nisman, sea suicidio por las presiones que recibió o asesinato por los
implicados, fue posible por una democracia débil, fragmentada por la
corrupción, contaminada por un autoritarismo que arrastramos desde hace
décadas. Por todas esas grietas se cuela la bala que mató a Alberto Nisman.
Eduardo
Amadeo, exembajador argentino en EE UU y exdiputado, es miembro del Club
Político Argentino. Twitter @eduardoamadeo
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