Secreta Buenos Aires - Eduardo Parise CLARÍN
- Clarin.com
- Ciudades
- 25/10/16
El atentado fue durante el
quinto año de su mandato como presidente, en 1873.
En la Argentina hay una
amplia lista de presidentes constitucionales derrocados por alzamientos
militares. También apoyados por civiles, esos hechos siempre terminaron
produciendo muchos males para el país. Pero a pesar de eso, hay historiadores
que se jactan de que aquí ningún mandatario fue asesinado mientras ejercía su
cargo, como ocurrió en otros países, incluido Estados Unidos, al que se toma
como ejemplo de democracia. Sin embargo las crónicas locales registran casos
con intentos fallidos. El primero de esos casos involucró a uno de las máximas
figuras de nuestra historia. Ocurrió el 23 de agosto de 1873 y para siempre la
fecha quedó como el día que casi matan al presidente Domingo Faustino
Sarmiento.
Por entonces, Sarmiento ya
cumplía el quinto año de su mandato de seis. Y enfrentaba distintos conflictos
y problemas que afectaban el desarrollo de esa gestión. Quizá el más grave era
la histórica rebelión del entrerriano Ricardo López Jordán, un caudillo con fuerza
política. Por su captura, el Presidente ofrecía una recompensa de 100.000
pesos. López Jordán no tenía buena prensa, algo que se acrecentó cuando ordenó
el asesinato del gobernador Justo José de Urquiza y dos de sus hijos (Justo
Carmelo y Waldino). El gobernador había hecho acuerdos con Sarmiento, después
de la elección que ganó el sanjuanino. El crimen de Urquiza ocurrió en el
Palacio San José, en la ciudad de Concepción del Uruguay. Los hijos fueron
ultimados en Concordia.
Dicen que en medio de ese
clima surgió la idea de matar al Presidente. La investigación posterior tiene
como protagonistas a los hermanos Francisco y Pedro Guerri, dos marineros
italianos que estaban en Buenos Aires y sin trabajo. También aparecen Luis
Casimir (se hacía llamar“Aníbal”) y Aquiles Segabrugo, a quien conocían como
“El austríaco”, aunque había nacido en Milán 38 años antes. Detrás de ellos se
supo que estaba la figura de Carlos Querencio, un hombre vinculado a Jordán,
quien había prometido un pago de 10.000 pesos si asesinaban a Sarmiento.
La investigación determinó
que las balas estaban impregnadas con poderosos venenos, igual que la punta de
los cuchillos. Las crónicas de la época mencionan sulfato de estricnina, ácido
prúsico y bicloruro de mercurio, tres potentes tóxicos.
En la noche de aquel 23 de
agosto, los hermanos Guerri se apostaron en la esquina de las actuales Maipú y
avenida Corrientes. Debían esperar la señal que les haría “Aníbal” para saber
cuándo balear el carruaje en el que viajaba el Presidente. Sarmiento iba hacia
la casa de Dalmacio Vélez Sarsfield (redactor del Código Civil; también
ministro del Interior y amigo del sanjuanino) y no tenía ninguna custodia: sólo
lo acompañaba el cochero. Los Guerri portaban dos trabucos de bronce y boca
ancha. Además llevaban puñales por si los perdigones fallaban. La investigación
determinó que las balas estaban impregnadas con poderosos venenos, igual que la
punta de los cuchillos. Las crónicas de la época mencionan sulfato de
estricnina, ácido prúsico y bicloruro de mercurio, tres potentes tóxicos.
Cuando el carruaje llegó a
la esquina, los hermanos salieron de las sombras y dispararon contra la cabina.
En un primer momento habían pensado en matar a los dos caballos que tiraban de
la carroza y luego apuñalar al mandatario. Sin embargo cambiaron de idea.
Algunos perdigones atravesaron la ventanilla y salieron por el otro lado. Pero
allí ocurrió algo insólito: el trabuco que portaba Francisco Guerri estaba tan
cargado que, al disparar, explotó y dañó severamente la mano del joven (tenía
22 años). Dicen que ante esto, “Aníbal” huyó. Pedro asistió a su hermano herido
y se refugiaron en una casa. Pero el oficial Floro Latorre y otro agente de
Policía, que estaban cerca, los vieron y los detuvieron. Al parecer Latorre
tenía algún dato previo al atentado y por eso se había instalado en el lugar.
“Aníbal” (Luis Casimir) fue apresado algunos días más tarde. Después supieron
que “El austríaco” era Segabrugo y fueron a buscarlo a su casa en el barrio de
Balvanera, pero ya había huido hacia el Uruguay. Policías que viajaron a
Montevideo para detenerlo encontraron sus cosas en un hotel, pero el hombre no
estaba.
Para completar esa historia
llena de intrigas, los agentes se enteraron que Segabrugo había sido asesinado
de tres balazos en una calle de la capital uruguaya. El crimen se lo
atribuyeron a Carlos Querencio, quien nunca fue detenido. Con papeles y
documentos que habían encontrado en la habitación del hotel, los policías se
embarcaron hacia Buenos Aires. Pero un grupo de jordanistas se metió en el
camarote antes de la zarpada y no sólo se llevaron las valijas: canjearon la
vida del policía por silencio para siempre sobre lo que había visto y leído en
esos documentos. El amenazado cumplió y por eso hubo cuestiones que nunca se
aclararon.
El atentado falló, pero lo
más sorprendente fue que Sarmiento recién se enteró de lo ocurrido cuando llegó
a la casa de Vélez Sarsfield y el cochero, aún agitado por la mala experiencia
vivida, contó todo sobre el ataque. El Presidente, por la avanzada sordera que
lo aquejaba entonces, ni siquiera había escuchado las detonaciones de los
disparos. Al otro día, hizo declaraciones sobre lo ocurrido. “Por suerte no
sufrí daño corporal alguno, pero sí en mi espíritu”, dijo. Y agregó; “Hirieron
la más alta investidura que puede ostentar un ciudadano de la República; se
resquebrajó el respeto a la autoridad”.
El tiempo dejó atrás aquel
incidente. Lo que no quedó en el olvido fue el motivo que siempre llevaba a
Domingo Faustino Sarmiento a visitar la casa de Vélez Sarsfield. Por entonces
era un secreto a voces que el Presidente tenía una relación con Aurelia, la
hija menor de Dalmacio. Cuentan que la joven era una escritora e intelectual
brillante. Si bien se habían cruzado alguna vez cuando ella era una niña,
cuando se reencontraron él tenía 44 años y ella 19. Sarmiento todavía estaba
casado con Benita Martínez Pastoriza; Aurelia se había mal casado a los 17 con
Pedro Ortíz Vélez, un primo, pero esa relación había terminado mal y ella
estaba de nuevo con su padre. Con sus encuentros y desencuentros la relación
entre el sanjuanino y la joven duró hasta la muerte de Sarmiento, el 11 de
septiembre de 1888, ocurrida en Asunción, Paraguay. Hasta una semana antes de
esa fecha, Aurelia estuvo junto a él. Pero esa es otra historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario