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jueves, 2 de marzo de 2017

La mala educación del señor Baradel


Roberto Baradel

                                           La vocación docente es simple y es profunda: se trata de responder preguntas. Es llamativo que un docente se enfurezca frente a una pregunta. La educación es un juego racional, pasional y apasionante de interrogantes y de respuestas.

Roberto Baradel se encolerizó ante una consulta elemental: “¿En qué escuela trabajó?”.


Desplegó en el acto un show inusitado. Se paró de la mesa en la que estaba siendo reporteado, intentaba con dificultad quitarse el micrófono en tanto tomaba temperatura y crepitaba el tono de su voz. Mientras el cable le descuajeringaba la camisa aseguraba enfurecido que la pregunta era capciosa y aludía a su condición de amenazado.


Es interesante psíquicamente su reacción. ¿Por qué se enojo? Si es docente y dio clases, no hay explicación para la dramatización desplegada. Nadie lo descalificó.

Y las amenazas que ha recibido son claramente repudiables y así se explicitó en el aire.

Dicho sea de paso, quien formuló la pregunta es mi hijo Nicolás. Desde que pudo hablar formulaba preguntas sin detenerse: ¿por qué se hace de noche? ¿Cómo no se caen las estrellas del cielo? ¿Por qué nos dormimos? ¿Por qué somos hinchas de Independiente? ¿Papá vos sos profesor? ¿Y donde das clase? ¿Y por qué…?

Y fue así que se hizo periodista. Para preguntar.

Finalmente, Baradel consideró que Nico había olvidado lo que había vivido cuando él, mi hijo, su hija Juli, y su mujer Laura, pasaron largos meses bajo severa custodia policial debido a muy inquietantes situaciones padecidas.

No Baradel. No nos olvidamos.

Me produce angustia recordar eso. Y me solidarizo con usted Baradel por atravesar también una situación tan triste.

Una reflexión final. Todos los males que nos acosan, podrían ser conjurados con una buena educación.


Porque con la mala educación que se manifiesta por ejemplo cuando no contestamos lo que debemos contestar no vamos a ningún lado.






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