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lunes, 8 de febrero de 2016

La carreta. De Andrés A. Salas y María del Pilar Salas.


(wikiwand.com)

   La Carreta 

   Andrés A. Salas y María del Pilar Salas.

Aún abundan dichos y frases que aluden a las carretas. Las grandes plazas situadas frente a las terminales de los ferrocarriles del todo el país, y la mayoría de las rutas nacionales o provinciales, son huellas físicas más notorias.
Sin embargo, es muy poco o fragmentario lo que se conoce del mundo de las carretas, que hasta mediados del siglo XX, fueron la única alternativa posible de comunicación en buena parte del país. Carretas, carros  y la tracción a sangre permitieron crecer y vincularse a comunidades dispersas en nuestra extensa y complicada geografía.
Se analiza aquí parte por parte de ese universo tan particular. Años de paciente estudio  investigación en museos, estancias, colecciones privadas, talleres, asociaciones tradicionalistas, bibliotecas y olvidadas publicaciones de la Argentina, Uruguay, Paraguay y sur de Brasil, España y los EE.UU.
Textos, imágenes, fotografías, planos, diagramas y mapas componen una investigación exhaustiva, que nos sumerge en la carreta, sus tiempos, espacios y lo que trasladaban, viajeros y mercancías.

  Parecería ser que fue Juan de Garay, al fundar por segunda vez Buenos Aires, quien trajo a estas tierras y con ello desembarcó la tracción sangre en el Río de la Plata. Hasta entonces solo superaban al pie humano el transporte a caballo o en mulas.
Aparecieron las carretas con el principal y único transporte de cargas y pasajeros, en función de algunas circunstancias especiales que se daban en esta región, como ser:
-Las inmensas llanuras que facilitaban su movilidad.
-La gran cantidad de bueyes existentes en esas praderas con sus pasturas y aguadas, que facilitaban la alimentación de esos animales y el cobijo de las tropas.
-La presencia de las maderas adecuadas por su resistencia y dureza para construirlas
-La excelente capacidad artesanal de  españoles y criollos para construírlas con herramientas precarias.
-La necesidad de vincular entre sí localidades muy distantes
Todos estos factores articularon en el territorio nacional, entonces en consolidación y en gran parte inexplorado el intercambio entre las economías regionales y aseguraron el aprovisionamento de comestibles, materiales y leña a las ciudades que iban desarrollándose, en esta geografía insular.
Prácticamente hasta fines del siglo XIX las carretas estaban presentes en el paisaje nacional y en las provincias del noroeste y del noreste, y continuarán utilizándose hasta la década de 1950-60, vinculando las localidades olvidadas por el ferrocarril o en alejados establecimientos agropecuarios.

Carreta, carretón, carabela o castillo

Todos esos nombres fueron recibiendo las carretas, a veces en función de su tamaño exageradamente grande, otras por su forma trapezoidal (castillo) como las tucumanas, pero esencialmente todas son similares y nos quedamos con la definición del profesor Félix Coluccio que las describe:

 “Carro de gran tamaño tirados por bueyes que eran utilizados en nuestra campaña para llevar los productos de una región a otra, así como sirvió de transporte de pasajeros durante mucho tiempo, ya que era el único medio de comunicación disponible.”

Agregamos, luego de nuestra investigación, que su uso fue habitual en nuestro país, en el Uruguay, Paraguay y sur de Brasil, donde se siguió empleando en la década de 1950-1960 en parajes apartados.
Variaban en la cantidad de yuntas de bueyes que las traccionaban, y a mayor tamaño y tonelaje, se llegaba a las tre yuntas, reforzads en algunos casos con bueyes que tiraban gruesos lazos. Pero esencialmente coinciden las descripciones, desde la de Florian Paucke en 1670, las de Concolorcorvo en 1773 hasta las de Miguel Ángel Carcano de 1893 en su detallado estudio sobre Los Medios de Comunicación.

(educ.ar)
Usos

La carreta fue mucho más que un medio de transporte. Fue la primera casa rodante de industria argentina. Sirvió como imprenta móvil en el Ejercito Grande que derrocó a Rosas en Caseros. Fue Tesoro Nacional. Artillada con un cañoncito, se convirtió en el primer tanque bélico. Carro fúnebre, hospital de campaña, ambulancia y prostíbulo en los obrajes del nordeste. Después de las invasiones inglesas, los oficiales ingleses presos en Luján pidieron dormir en ellas, argumentando que no tenían los insectos que existían en los calabozos del Cabildo (probablemente más temibles que los patriotas porteños).
Y en las campañas militares (hasta la guerra de la Triple Alianza entre 1865 y 1860) fueron esenciales para el transporte de municiones, abastecimientos, agua, forraje para la caballada y para llevar los técnicos y fotógrafos contratados por el ejército para documentar esas expediciones, con sus equipos y laboratorios.
Existe un reglamento del ejército que estipula todo lo conveniente a la tracción a sangre y muchas órdenes y consejos figuran en las Instrucciones para administradores de Estancias de Juan Manuel de Rosas, que indican como separar los bueyes, como guardar, cargar y conservar en buen estado todo lo relativo a este medio vital de comunicación.
Una abundante iconografía y viejas fotografías ayudan a descifrar junto con los relatos de innumerables autores, este mundo tan sui-generis y recomponerlo adecuadamente.

Donde y como se construyen

La mayor producción de carretas y de sus partes (mazas, ruedas, cajas, ejes, etc) se da en Tucumán y en Corrientes, donde se contaba con las maderas necesarias y adecuadas.
Cada parte requiere una madera con determinadas caráctristicas de dureza, flexibilidad o resistyencia: el quebracho para los ejes y las mazas, el lapacho para los segmentos circulares de  las ruedas, el itín para los rayos, el algarrobo para varales y teleras y el cedro para entablonados de piso y laterales y las tacuaras para la larga picana bamboleante.

El armado y ensamblado se trabajaba manualmente y con precarias herramientas, siendo de admirable precisión, pues la fortaleza de cada unidad permitía soportar pesadas cargas, transitar malos caminos y ser sometida a un uso durísimo, cruzando bañados, arenales y tener que sortear todo tipo de accidentes.
La cubierta de las carretas fue en general de cueros de esos mismos bueyes, que al morir proveían la grasa para la lubricación de los ejes, (con la incorporación de hojas de higuera para evitar incendios por la fricción); las cuerdas, lazos y coyundas, fuero suministrados por esos mismos animales, en la llamada Cultura del Cuero (para los catres, recipientes, para la construcción de casas, etc.)

Cuando aparece el hierro, conjuntamente con los primeros alambrados, molinos y ferrocarriles en esa proto revolución tecnológica de las pampas, se incorpora a la carreta. Los flejes exteriores de la ruedas, los aros de las mazas, bujes en los ejes y los candeleros de los soportes laterales, van a  simplificar su construcción y reforzar su estructura, prolongando la vida útil. Hasta pocos años atrás, en las herrerías de campaña, paralelo a las herraduras de los caballos, se armaban y reparaban carretas y carros usuales en el área rural, con los mismos sistemas de trabajo, entre fraguas, martillos y mateadas de artesanos y clientes.

Sistemas de marchas

Por seguridad, y ante lo prolongado de las distancias a cubrir, y del valor de lo transportado, generalmente se organizaban en tropas o flotas, a las que Domingo F.Sarmiento comparó acertadamente con escuadras marítimas, pero de las pampas.
Cada tropa contaba con su “almirante”, es decir con el responsable absoluto de este mundo en movimiento y esta persona debía articular el conocimiento de su recorrido, gracias a su baquía, conocer los peligros (fieras, indios, crecidas de ríos o época de lluvias, los cambios climáticos, los riesgos de incendio de pastizales, los abastecimientos y cuidados de la disciplina de numerosos integrantes)
Este hombre fijaba los horarios de marcha, diurna o nocturna, y los lugares de descanso, comida y reparaciones, con el cambio de bueyes de refresco.
Las tropas variaban en la cantidad de carretas, entre las decenas y los cientos, existiendo registros de una tropa de 600 unidades que marchó rumbo a las Salinas Grandes (hoy Caruhé), movilizando una impresionante masa de personas y animales en busca de sal. Pero lo usual eran tropas de 20 o 30 carretas, fletadas por algún empresario, y que se acoplaban con otras tropas las 150 o 200 unidades, cifra normal para trayectos largos, como Buenos Aires-Salta. (En un año, una tropa solo realizaba  solo dos viajes ida y vuelta…)

(www.taringa.net)
Cada carreta en viajes largos tres yuntas de bueyes y como mínimo otros tantos de recambio. Un caballo para el carretero, perros acompañantes y los animales para el consumo que se iban faenando para el largo del viaje. Y colgando bajo la caja, gallinas, aves, gatos y animales domésticos.
 De un sencillo calculo matemático, una tropa de 200 carretas sumaba miles de animales y un mundo ruidoso, entre los gritos de los carreteros, de los jinetes y los mismos animales.
Los relatos indican que cuando en un trayecto largo se cruzaban dos tropas de carretas, provenientes de las cabeceras de cada destino, se detenían, se cambiaban vitales informaciones, noticias de los puntos distantes e incomunicados, el encuentro de familiares o conocidos, e inmediatamente sobrevenía el asado y la fiesta por el encuentro, luego de meses de cruzar solitariamente esas llanuras infinitas. 

Las tropas al hacer alto formaban un recinto ovalado, adecuado a la topografía del terreno y en inerior se resguardaban los pasajeros y tripulantes, los animales de recambio, se hacia el asado y la comida y abundaban las guitarreadas y la sociabilidad, dado que en estas caravanas, se trasladaban hombres, mujeres, niños y ancianos.
Una modalidad poco conocida, cuando aparece el ferrocarril, fue la de trasbordar las cajas de carretas sobre plataformas de vagones ferroviarios (unos primitivos containers), simplificando el traslado de mercaderías y


concentrando las cargas en determinados puntos. Chascomús fue uno de esos sitios de transferencia.
Al tener dos ruedas solamente y estar traccionados por pesados y lentos bueyes, no se dieron en nuestro pasado las conocidas persecuciones al galope entre indios y veloces carromatos de cuatro ruedas, como surge del folklore del lejano oeste norteamericano.

Cabeceras y tiempos

Estas tropas llegaban y partían de las ciudades, de lugares conocidos como HUECOS. Estos eran extensas superficies que permitian alistar cada animal unciendo los bueyes y cargando las mercaderías, el acceso de carros más pequeños con esos bultos y pasajeros y la presencia de comerciantes, familiares, curiosos, los depósitos y barracas cercanas, posadas y sitios donde comer.
Con el tiempo, frente a estos inmensos huecos, se instalaron las cabeceras de las líneas ferroviarias y hoy nos quedan en la mayoría de las localidades importantes, plazas como las de Retiro, Constitución, Once, etc., herencia de aquellas caravanas.
Si actualmente nos parece inconcebible pensar que viajar en ellas solo permitía avanzar 10 o 20 km. diarios, dependiendo del promedio de innumerables factores, debemos conocer cuales eran las alternativas posibles en nuestra geografía.

En el litoral atlántico, hacia el sur, era la navegación a vela. Y similar posibilidad existía rumbo a la Mesopotamia rumbo al Nordeste, donde los grandes ríos permitían una precaria vía, más complicada que en el mar, por las fuertes corrientes norte-sur, la presencia de bancos de arena, un calado variable según las crecientes naturales y la necesidad frecuente de sirgar que facilitaba la navegación solo en un solo sentido descendente desde Asunción del Paraguay.
De cualquier modo desde los precarios puertos, el viaje debía continuar en las serviciales carretas, encargadas de trasladar pasajeros y cargas desde los parajes mediterraneos.
(elementoshistoria.blogspot.com)
Pero viajar, por ejemplo hacia Chile, ya eran palabras mayores, arriesgando la salud por los fríos y temporales, arriesgando la vida en los reiterados naufragios y demorando mayor tiempo en unir ambas cabeceras.
A partir de la década de 1850 y después de Caseros, ya se inician nuevas modalidades de mensajerías, en base a postas y diligencias más confortables y veloces, motivo de otra futura nota.

Accesorios

Cuando ingresamos a nuestros colectivos o transporte público, verificamos la nutria iconografía que acompaña al conductor, una característica de los nativos que sorprende a los extranjeros. El chupete del hijo, la estampita de Ceferino o San Cayetano, alguna calcomanía de Diego Maradona, y la infaltable sonrisa del Morocho del Abasto, nos acompañan desde el entorno del chofer. Cuando se trata de un camión, alguna frase en el paragolpe expresa al propietario. Similar condimento llevaban aquellas carretas y se recuerdan distintos nombres de ellas y de sus ornamentos, en textos de Jorge Luis Borges, cuando ya se empiezan a incorporar carros en la planta urbana, malevos y compraditos orilleros. Plumas de colores estruturando vistosas bolas, espejitos de hojalata estrellados, sonoros cascabeles, matracas de diversas formas y algunas cornetas para anunciar el paso por las picadas estrechas, que aún se pueden ver en Museos y Centros Tradicionalistas.

Para aumentar el volumen carga se arman con algunas maderas y cueros los buches delantero y trasero, y cuelgan de los laterales, tinajones, palas, leñas, escaleras, ollitas y lo que es necesario tener a mano. Bajo la carreta, en el llamado Noque, cuelgan jaulas con aves de corral y alimentos para consumir.

Dichos que perduran

Abundan innumerables dichos y frases relativos a la carreta y los bueyes, haciendo hincapié en las características esenciales de aquel mundo, de la exasperante lentitud, de la conveniencia de untar el carro para que pase mejor, sobre su peso, sobre la confianza en los bueyes.
Tren carreta, Más pesado que una carreta, El buey no nace, se hace, Conocer los bueyes, Jugar bajo la carreta, son algunas de ellas, y es habitual escuchar en las acusaciones cruzadas de los debates en la Cámara de Diputados de la Nación, hacer referencia a “sus ideas son del tiempo de las carretas…”


(lagaceta.com.ar )
Epílogo

Esta apretada síntesis muestra algunos de los puntos tratados en nuestro libro, que nos llevó a realizar numerosos planos, detalles constructivos, mapas de recorrido, gráficos de modalidades de uso y de descanso, registrar cientos de fotografías y entrevistas y fichar una extensa bibliografía de un tema que entendíamos del pasado y olvidado. En esta tarea colaboraron numerosos amigos que nos brindaron aportes valiosos y el acceso a otras fuentes de estudio de distintos sitios de nuestro país y del extranjero.
Con los originales prácticamente terminados, de golpe vimos la resurrección del transporte a sangre en las ciudades argentinas, en modestos carros tirados por algún famélico caballo. Pero tripulados por marginales y recolectores de basura, en un replan de pesadilla, y alejado del espíritu festivo de aquellas caravanas que ayudaron a construir nuestra patria y permitieron el intercambio sensato de las economías regionales, hasta la irrupción de los ferrocarriles.

Pero esa ya es otra historia.

Fuente: La Carreta, de Andrés A. Salas y María del Pilar Salas. Publicado en "Crónicas Bonaerenses" de Antonio Nilo Pelegrino. Tomo II  Lulemar Ediciones  Noviembre 2003.

domingo, 3 de enero de 2016

Clientelismo langostero



Andrés M. Carretero*

                                             Hubo una época que se extendió hasta bien entrada la década de 1940., en que los campos de la provincia de Buenos Aires recibían la visita anual de las langostas.
Venían del norte y se dirigían hacia el sudoeste, siguiendo el rumbo marcado por los campos sembrados con cereales u oleaginosas.
Aparecían en densas nubes y su paso quedaba marcado por la desaparición de todos los vegetales, provocando la ruina de los chacareros en las pocas horas que duraba su permanencia. Y la desesperación de los placeros de los pueblos que veían arruinados meses de trabajo, para embellcer los canteros y la pérgola de la plaza principal que estaba a su cuidado.
Cuando aparecían las nubes de langostas ya nada podía hacer el agricultor pero, como el ciclo de sus pasos era más o menos repetido en tiempos previsibles, lasa autoridades distribuían en las municipalidades, chapas de cinc, palas y combustibles.
Para combatirlas se cavaban zanjas que se rodeaban con las chapas, Luego se procedía  arrearlas con trozos de bolsas agitados por veine, treinta o más hombres, que trtataban de cortar el rumbo y llevarlas a las zanjas, donde esos mismos hombres u otros derramaban combustibles –casi siempre nafta- y tras avisar a los otros trabajadores, les prendían fuego, para matar a las langostas, sin importar la etapa de su desarrollo.
Terminada esta tarea localizada, se seguía con las zanjas, las chapas y el fuego, pero estos trabajos no servían para salvar los sembrados. Las langostas dieron pábulo para el clientelismo político, manejado casi a la perfección por los caudillos del conservadorismo o radicalismo, pues los hombres que trabajaban en los campos para matar las langostas, recibían un pequeño estipendio, cobrado al finalizar el día en la municipalidad de cada partido.
Está demás decir que ese empleo momentáneo y mal remumerado era discrecionalmente manejado por los caudillos, que así sostenían a sus votantes “voluntarios”.
Hubo caudillos de que antes de dar el trabajo les quitaban la libreta de enrolamiento, para asegurarse los votos.
Ese mismo procedimiento se usó, para la época   de la poda de los árboles de las calles, que duraba menos de una quincena, o para recorrer los caminos vecinales emparejando las banquinas.
Cada caudillo tenía “su” grupo de trabajadores que le era fiel, por el acuerdo tácito del trabajo por votos, que fue una de las características más perdurables de la superada “política criolla”.
Fue una superación de la época en que el caudillo, para imponerse en las elecciones, usaba a los matones, herederos de Juan  Moreira.

*Historiador  (1927-2004), nacido en Bragado Pcia. de Bs. As. Entre sus obras se destacan los 3 tomos  de Vida Cotidiana en Bs. As, Planeta 2000-2001.
Publicado en Crónicas Bonaerenses (Tomo 1) de Lulemar Ediciones de Antonio Nilo Pelegrino (2003)

EL BLOG OPINA:


                          El autor no imaginó en su artículo, que la “política criolla”, que incluye a los "matones a lo Juan Moreira", expresiones ambas de rigurosa actualidad, no lograron desaparecer, como la langosta en aquella época. El clientelismo siempre está latente y vuelve a brotar cuando encuentra oportunidad. Un claro ejemplo de la sinvergüencería política argentina tiene una actualidad sorprendente: el ominoso  kirchnerismo , a pesar de ser derrotado en una difícil elección, como  plaga de langosta aún pulula en la república. Evidentemente nunca se termina de aprender…  

lunes, 12 de octubre de 2015

ASTOR PIAZZOLLA, "EL OCTETO" + FOTOS

Astor Piazzolla - Octeto Buenos Aires. La revolución post-francesa.


En 1957, Piazzolla forma el Octeto Buenos Aires, integrado por figuras de primerísimo nivel, tales como Enrique Mario Francini y Hugo Baralis en violines, Atilio Stampone en piano, Leopoldo Federico como segundo bandoneón, Horacio Malvicino en guitarra eléctrica, José Bragato en violoncello y Juan Vasallo en contrabajo.

En los inicios de esta formación, Roberto Pansera ocupó el, lugar que después Piazzolla asignó a Federico y Aldo Nicolini fue el contrabajista, pero no llegaron a grabar con el Octeto.

Este notable conjunto alcanzó un nivel de creatividad que el propio Astor conseguiría posteriormente muy rara vez igualar.


Piazzolla cuenta en la contratapa de uno de los discos del Octeto que «en 1954, estando en París, tuve la oportunidad de ver y escuchar a muchos conjuntos de jazz moderno, entre ellos al octeto de Gerry Mulligan. Fue realmente maravilloso ver el entusiasmo que existía entre ellos mientras ejecutaban, ese goce individual en las improvisaciones, el entusiasmo de conjunto al ejecutar un acorde, en fin, algo que nunca había notado hasta ahora con los músicos de tango. Como resultado de esta experiencia nació en mí la idea de formar el Octeto Buenos Aires. Era necesario sacar al tango de esa monotonía que lo envolvía, tanto armónica como melódica, rítmica y estética. Fue un impulso irresistible el de jerarquizarlo musicalmente y darles otras formas de lucimiento a los instrumentistas. En dos palabras, lograr que el tango entusiasme y no canse al ejecutante y al oyente, sin que deje de ser tango, y que sea, más que nunca, música».


Gerry Mulligan fue un arreglador e intérprete del saxo barítono, que se destacó en el jazz moderno por su participación en la grabación de The Birth of the Cool, una experiencia que tuvo como objetivo la presentación de nuevas composiciones y arreglos para nueve instrumentistas, con la participación de talentosos arreglistas, como Gil Evans, el mismo Mulligan, John Lewis, John Carisi y solistas como Lee Konitz y Miles Davis, bajo cuyo nombre se editó dicho disco. Otra formación que hizo popular el nombre de Mulligan fue su cuarteto sin piano, que permitía una mayor libertad a los solistas improvisadores, por cuanto no estaban atados a la armonía preestablecida por los acordes del piano.


Tal como había ocurrido con sus formaciones anteriores, las actuaciones del Octeto Buenos Aires eran muy esporádicas y, por lo tanto, resultaba difícil mantenerlo en actividad. Sus integrantes se veían obligados a participar, en otras agrupaciones para obtener la satisfacción económica que jamás el nivel creativo de ese octeto podría, llegar a proporcionarles. Desafortunadamente, sólo pudo grabar dos larga duración, el segundo con una deficiente calidad técnica de grabación. En el primer disco, registrado para el sello Disc Jockey, incorporó las composiciones "Haydée”, “Neotango”, “Anoné”, “El entrerriano", “Tangology", "Marrón y azul", "Los mareados", "El Marne" (¡de nuevo Arolas!), "Arrabal" y "A fuego lento". Todos ellos son de gran calidad, pero sobresalen los cinco últimos porque en ellos la creatividad de Astor se despliega en todo su esplendor. Narró Piazzolla: «... Se me había metido en la cabeza que un día iba a tocar “Arrabal”, un tango de José Pascual que en la versión de Vardaro me sonaba a celestial. Nada es casual en la vida. A mi vuelta de París, en 1955, el primer tema que arreglé para el Octeto Buenos Aires fue justamente ése, “Arrabal"».
El "Octeto" en Radio Belgrano  mibuenosairestango.blogspot.com
En el disco posterior, un LP de 25 cm, el mismo diámetro de los 78 rpm, grabado para el sello Allegro, el nivel de excelencia es parejo, y los seis tangos que incluye lo ubican como uno de los hitos fundamentales de la discografía tanguera. Ellos fueron: "Boedo", "Mi refugio", "Taconeando", "Lo que vendrá", "La revancha" y "Tema otoñal". Son piezas escritas, respectivamente, por Julio De Caro, Juan Carlos Cobián, Pedro Maffia, Piazzolla, Pedro Laurenz y Francini; es decir, un puñado de creadores excelsos en la historia del género.

Silueta de componentes del "Octeto" que intervienen en el reportaje
Existe otra versión de "Taconeando" por el Octeto, incluida en un CD de Music Hall que lleva por título «Piazzolla/Berlingieri». Además de tangos interpretados por la orquesta del pianista Osvaldo Berlingieri, en el disco se encuentra esa diferente interpretación del mencionado tango de Maffia, como también "Quinto año nacional" (de la banda de sonido de la película homónima) por el quinteto (1960); "Lo que vendrá", "Prepárense" y "Negracha" por la orquesta de cuerdas y bandoneón (1957). Lo habitual: la edición no informa fechas ni personal, como si se tratara de datos sin importancia.
*mibuenosairestango.blogspot.com

Luis Adolfo Sierra, gran conocedor, de refinado gusto y de tradición decareana, que fue el encargado de comentar en su contratapa el disco del Octeto grabado para Allegro, escribió: «La vigencia de rígidos moldes tradicionales, inexorablemente superados por el tiempo, ha venido postergando el natural y necesario proceso de adaptación del tango a la influencia de renovadoras corrientes evolucionistas, recogidas y asimiladas ya definitivamente, por las más importantes manifestaciones musicales de otras latitudes, a través de la inquietud de talentosos espíritus creadores (Bartók, Villa-Lobos, Chaves) que han adecuado revolucionarios criterios de vanguardia a las expresiones originarias de los distintos géneros».

El maestro José Bragato próximo a cumplir 100 años de edad en compañía de su huja Elsa.
Diciembre de 2014, en Mar del Plata

«El Octeto Buenos Aires —prosigue Sierra—, en sus modernas concepciones estéticas y avanzadas realizaciones técnicas, rompe totalmente y sin concesiones con regresivos convencionalismos, que anquilosan al tango, en sus potenciales riquezas de contenido y forma.» Dada la importancia del Octeto Buenos Aires como hecho de ruptura y elemento fundamental en la evolución de la música de Buenos Aires, también merece la pena citar a Carlos Kuri en su libro Piazzolla. La música límite: «No podría compararse el estallido inédito que provocó la multitud de hallazgos musicales del Octeto Buenos Aires con los tanteos del mismo Piazzolla en los arreglos para Troilo, tampoco con la entrada de Salgán en el universo orquestas, y ni siquiera con el grupo de obras con que Piazzolla en el inicio de los '50 precedía un golpe inaugural; obras ya distintas y sugestivas, pero todas conciliables con las orquestas típicas de ese momento».
«Este es el punto exacto —afirma Kuri— donde se inscribe el nacimiento del tango contemporáneo, punto de no retorno, inicio de la última mutación en, el interior del tango... No ha de ser únicamente por la cantidad de elementos técnicos que pone en la trama de sus arreglos: la politonalidad, la diversidad rítmica, variaciones bandoneonísticas en quintillo y seisillo de fusas; ninguno guarda el secreto que engendra una época, pero aquí comienza de una manera inexorable el antes y el después de Piazzolla».


El maestro Leopoldo Federico recientemente fallecido, el 28 de diciembre de 2014

Y añadía Sierra: «Sobre la piedra angular del clásico sexteto de tango... se aumentaban las dimensiones numéricas y expresivas con el aporte del cello y la llamativa incorporación de la guitarra eléctrica. Pero no se trataba de estructurar fríamente un conjunto instrumental de ocho ejecutantes para luego barajar los nombres de sus componentes. No creo, por ejemplo, que Piazzolla pensara en la guitarra eléctrica sin tener presente el nombre de Malvicino; lo mismo con Francini, Bragato, Baralis, Stampone. Hay un sentido orgánico y funcional en esta constructiva iniciativa. No se trata de ofrecer la caprichosa originalidad de no tener cantores y engolfarse en la pedantezca actitud de que se escuche y no se baile. Se trata de todo un itinerario en la revalorización estética».

Horacio Malvicino, al evocar ese período, dice: «Conocí a Astor en un club de jazz, en donde por 1955 se reunían todos los amantes de las nuevas corrientes jazzísticas: el Bop Club. Ahí asistía un grupo de gente que seguía la línea bop, que había arrancado en Estados Unidos en 1947 con Charlie Parker y otros músicos que estaban en la avanzada del jazz. Astor iba todos los jueves y ahí nos encontrábamos. Un día me oyó improvisar: «Eso es lo que quiero en mi octeto, un tipo que sepa improvisar.», me dijo y me llevó con él. Sabiendo de antemano hasta dónde daba yo con mi instrumento, escribió partes improvisadas para mí, sobre todo los finales. Encima de una gran instrumentación que tenía todo el conjunto, yo tenía libertad de ir improvisando. Todo esto enfureció a los tangueros... era la locura total».

En cambio, Piazzolla, viendo un costado más amargo, recordaría tiempo después: «El Octeto Buenos Aires, en 1955, fue un impacto artístico, pero el trabajo no duró mucho. Para grabar hubo que hacer concesiones, prácticamente regalar los derechos. Lo mismo me pasó con otro LP, Tango en hi-fi. La gente no conoce ni le importa quién es el empresario que lo pone a la venta, pero sí sabe y admira al artista que lo hizo. El que puso el dinero de su bolsillo para pagar a la mayoría de los músicos que hicieron la grabación fui yo, mientras que la ganancia desde entonces se la llevan otros. Todavía estamos en litigio. ¿Pero a quién le interesa, quién defiende a los creadores?».


Del libro "Astor Piazzolla El tango culminante", de Julio Nudler, Aldo Delhor y Laureano Fernández, Editorial La Página S.A., Buenos Aires, 2001.

martes, 29 de septiembre de 2015

OPERACIÓN PRIMICIA (MONTONEROS)

Daniel Felíx Velárdez y el ‎BASTA DE DESQUICIADOS EN EL PODER !!! LIBERTAD Y PAZ EN EL MUNDO !!!!


                               El próximo 5 de Octubre se cumplirán 40 años de uno del hecho más aberrante producido por quienes hoy son gobierno. Ese día, los Montoneros, ejecutaron, quizás el acto de “Traición a la Patria” más grande en toda su carrera delictiva, el que se conoce como “Operación Primicia”.
Operación Primicia fue diseñada y dirigida por el “oficial superior” Raúl Yaguer, más conocido como “El Gringo”, “Roque” o “Mario”, un ingeniero químico santafesino, era el número cuatro de la cúpula nacional de Montoneros. Los tres primeros en la jerarquía, Firmenich, Roberto Perdía y Roberto Quieto, aprobaron el copamiento. Yaguer, en el ataque, fue secundado por el actual diputado nacional Carlos kunkel. Yaguer murió el 30 de abril de 1983. Ese día, fue descubierto por un contingente del ejército en la provincia de Córdoba. Ante la negativa a rendirse, abrió fuego contra los militares y estos, no tuvieron otra opción defenderse logrando matarlo.- dfv

Con sus rangos marcados y uniformes color azul, unos 70 delincuentes participaron en forma directa en esta operación y constó de cinco etapas, algunas de ellas simultáneas:

-Secuestro del Vuelo 706 de Aerolíneas Argentinas, con 102 pasajeros y seis tripulantes. Se dirigía a Corrientes y lo desviaron a Formosa.

-Copamiento del aeropuerto internacional “El Pucú”, en Formosa dejando como saldo un policía asesinado.

-Ataque al Regimiento de Infantería de Monte Nº 29, el segundo en poder de fuego de todo el país. Los montoneros estaban convencidos de que los soldados de guardia, que cumplían con el servicio militar obligatorio, entregarían las armas, pero no fue así. También murió el soldado traidor que abrió las puertas del cuartel, Roberto Mayol, un santafesino que estudiaba abogacía y era “oficial segundo” de Montoneros.

-Fuga de los guerrilleros sobrevivientes al ataque en el avión secuestrado y en un Cessna 182 de cuatro plazas usado para confundir en el aire a los perseguidores.

-Aterrizaje del avión de Aerolíneas a 700 kilómetros de Formosa, en una pista preparada para la ocasión en una estancia cerca de Rafaela, la “Perla del Oeste” santafesino. El Cessna bajó en una arrocera en las afueras de Corrientes. dfv
Ese día la presidente da la nación María Estela Martinez de Perón (Isabelita) descansaba en Ascochinga (Córdoba) reponiéndose de problemas de salud. El senador nacional Ítalo Argentino Luder era quién se había hecho cargo de la presidencia e intentaba sacar a flote un gobierno que naufragaba en medio de una tormenta de violencia, inflación y denuncias de corrupción.
El ataque de Montoneros, fue el primero que hicieron a un cuartel militar y el inicio de la lucha directa contra las Fuerzas Armadas, que pasó a ser su enemigo principal en la causa por la revolución socialista y la liberación nacional; por eso el nombre de “Operación Primicia”.

Montoneros estaba organizado en todo el país y la Regional Nordeste abarcaba el norte de Santa Fe, Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones. dfv
Uno de los nombres fuertes era el de Carlos Kunkel, actual diputado ultrakirchnerista. La cúpula de montoneros lo traslada allí en 1974, luego de su renuncia a una banca de diputado nacional y su expulsión del peronismo debido a su oposición a un proyecto de ley del presidente Juan Perón que endurecía la represión contra la guerrilla.
Kunkel siempre se negó a ser entrevistado para aclarar varias dudas; por ejemplo, si participó en algún momento y de alguna manera en el ataque al cuartel de Formosa pero muchos testigos lo ubican en el lugar dando órdenes durante el ataque al Regimiento. También hay testigos que lo ven asesinar, cobardemente, a sangre fría y por la espalda, a un soldado raso quién se había rendido.

En el año 1976 fue capturado por los militares y lloró, como el cobarde que es, suplicando por su vida. Se la perdonaron (craso error) y fue encarcelado desde ese año hasta 1982. dfv
Este cobarde golpe al regimiento, provocó enfurecer a los jefes militares Videla y Massera quienes decidieron que de continuar la situación imperante del país, derrocarían al gobierno de Martinez de Perón.
Tanto los militares como parte del peronismo y del sindicalismo, presionaron a Luder para que se quedara en la Casa Rosada y completara el mandato constitucional, hasta las elecciones del año próximo, pero el senador no aceptó: “Yo no voy a ser el traidor de la señora de Perón”, argumentó. Este argumento fue lo que decidió finalmente a Videla y Massera secundados luego, por el flamante jefe de la fuerza aérea Brigadier Orlando Agosti a derrocar al gobierno constitucional en 1976. dfv

Operación Primicia impactó en la opinión pública, en especial por la muerte de los diez colimbas de 21 años que defendieron el cuartel; tanto que La Opinión, el diario de Jacobo Timerman, considerado de centroizquierda, afirmó en tapa: “El país está en guerra; todo el país, a lo largo y a lo ancho de su territorio”.

El gobierno peronista reaccionó con tres decretos que ordenaron a las Fuerzas Armadas la ejecución de “las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país”.
Con estos decretos se puso en marcha lo que conocemos hoy, como “Operativo Independencia” en la provincia de Tucumán, aunque el ejército, ya luchaba en los montes de la provincia desde el año anterior. dfv

Hacía tiempo, desde que habían vuelto a la lucha armada el año anterior, que Montoneros consideraba que el gobierno de la viuda de Perón “carecía de razón social”, según explicó, tiempo después, Mario Firmenich cuando fue consultado por el motivo que atacaron y traicionaron a un gobierno peronista.

Prácticamente todos los guerrilleros que participaron del ataque fueron muertos por el Ejército, antes o después del golpe de Estado. Dos de ellos —Horacio Pietragalla (“Chacho” o “Ángel”) y Eduardo Jensen (“Añamen”)— fueron capturados el 15 de octubre de 1975 en el bar Royal de la ciudad de Córdoba, hacia donde habían huido desde Resistencia y Corrientes. dfv

Pietragalla otro de los comandantes de la Regional Nordeste de Montoneros y, junto con su mujer, había instalado en Resistencia un negocio de venta y distribución de máquinas y artículos de oficina que funcionaba como una pantalla; fue el lugar donde las columnas montoneras se concentraron antes del ataque al cuartel de Formosa.
Pietragalla y Jensen fueron las dos primeras víctimas del Comando Libertadores de América, un grupo paraestatal vinculado orgánicamente con el Tercer Cuerpo de Ejército, que ya estaba a cargo del general Luciano Benjamín Menéndez.
Pietragalla es padre del diputado kirchnerista del mismo nombre

El kirchnerismo y las organizaciones de derechos humanos consideran que los muertos en el cuartel de Formosa tienen un valor distinto.
Por un lado, los conscriptos sólo son recordados en Formosa. Sus padres deben arreglarse con una pensión mensual de $3.500; la mínima que corresponde al rango de cabo al que fueron ascendidos sus hijos.
Por el otro, los parientes de los guerrilleros muertos durante el combate en el regimiento, ya cobraron una indemnización del Estado que en marzo de 2010, ascendía $ 620.919 (cien veces el sueldo más alto de la administración pública nacional) más una pensión mensual de más de $6.000 de por vida, el mismo monto que cobran los guerrilleros que todavía viven entre ellos Kunkel. dfv

Los conscriptos muertos formaban parte de un grupo desafortunado compuesto por los “soldados del domingo por la tarde”, es decir por los más pobres, que no tenían dinero para visitar a sus familias en el interior de la provincia y acostumbraban a cambiar sus francos por una pequeña suma de dinero, como Hermindo Luna, un “criollo” de Las Lomitas, aquel valiente soldado que al pedirle los delincuentes, que se rindieran el les grito “AQUÍ NO SE RINDE NADIE CARAJO”, y murió luchando por su patria.
O como Edmundo Sosa, un generoso muchacho sin padre que, primero, postergó su baja para que saliera en su lugar un compañero que era más pobre que él y tenía dos hijos que alimentar, y luego, aquel domingo 5 de octubre, le había cedido su franco a otro colega para que fuera a Clorinda a ganarse unos pesos en el acarreo de bolsas de harina de contrabando a Paraguay.
Con el tiempo, el diputado formoseño Ricardo Buryaile, del radicalismo, presentó un proyecto de ley para que los parientes de los soldados fueran indemnizados con el mismo dinero que ya habían cobrado los herederos de los guerrilleros. Pero, luego de muchas idas y vueltas, el proyecto NO fue aprobado por la oposición de los diputados kirchneristas. dfv

Es llamativo, un Estado democrático indemnizando a quienes atacaron a otro Estado democrático, cuyo gobierno, constitucional, era encabezado por la viuda de Juan Perón, que había sido elegida vicepresidenta el 23 de septiembre de 1973.

La Ley 24.411, sancionada en 1994 durante el gobierno de Carlos Menem, estableció una indemnización para los herederos de los desaparecidos y de “toda persona que hubiese fallecido como consecuencia del accionar de las fuerzas armadas, de seguridad, o de cualquier grupo paramilitar con anterioridad al 10 de diciembre de 1983”.
Un caso curioso: quienes cobraron indemnización fueron los familiares de el cordobés Fernando Haymal, quien fue fusilado el 6 de septiembre de 1975 pero no por los militares o la policía sino por Montoneros, acusado de traición y delación, como informó la revista Evita Montonera, en su número 8
Todas estas irregularidades, actualmente son investigadas ahora por el juez federal Claudio Bonadio, que ya allanó dos veces la secretaría de Derechos Humanos para incautar los legajos cuestionados. El ataque en la siesta formoseña de hace 40 años, se dirime ahora en los tribunales porteños.-

Daniel Félix Velárdez

sábado, 1 de agosto de 2015

El misterio de la nacionalidad de Cristóbal Colón, al descubierto

Colón en su llegada a América
Publicado por César Cervera Moreno el jul31, 2015.  ABC Madrid

EL BLOG OPINA    


                            Daría lo mismo que fuera de cualquier parte, porque los hombres ante todo para llegar a serlo deben nacer de mujer y será labor de la Providencia donde lo hicieren. Indudables fueron las razones políticas de la época, que provocaron que naciera europeo, ofreciera sus servicios a una nación que dispusiera de medios, fiabilidad del proyecto e  intereses económicos para tamaña empresa. Da lo mismo que fuera italiano, español, portugués o de otra nación europea, pero imprescindiblemente navegante.  Todo historiador o aquel que así se considere deberá ser ante todo cronista; podrán estos  especular hasta donde le alcance el paño sobre la veracidad de los hecho. También incluimos a los que de tales apreciaciones son solamente voceros,  pero deberá demostrar cualesquiera que sea, lo más fehacientemente posible la autenticidad de la historia que les ocupa y esta obviamente no es el caso. A pesar de todo la nota no deja de ser amena, ilustrativa, plausible del aforismo (se non è vero, è ben trovato)

                                  Se quejan con frecuencia muchos historiadores con los que tenemos ocasión de hablar los que hacemos temas de historia en ABC.es, que las únicas investigaciones históricas que financian las autonomías y las alcaldías son las que les afectan directamente: nadie quiere invertir en Atapuerca, todos quieren encontrar su Atapuerca o su Altamira particular. Pero como la historia no suele responder a perogrulladas geográficas, lo único que ocurre es que el dinero se dispersa.

 Con el misterio de la nacionalidad de Cristóbal Colón ocurre algo parecido, todas las comunidades y ayuntamientos quieren descubrir que nació en su tierra y al final pocos invierten en resolver realmente el enigma. Aunque, después de todo, puede que ni siquiera exista tal. Colón fue genovés, así de simple.

Vaya por delante que en mi opinión el lugar de nacimiento de Colón no desluce ni un ápice, en caso de no ser español, el importante papel de Castilla en el llamado Descubrimiento de América. No es relevante porque, indiferentemente de dónde nació, el navegante recibió la ayuda española en el momento clave y se relacionó con españoles la mayor parte de su vida. El sentimiento nacionalista, de hecho, estaba formado de una sustancia demasiado leve a finales del siglo XV como para otorgarle tanto peso.

Era, no obstante, de los que devoraban con pasión cada nueva teoría aparecida en prensa sobre la procedencia de Colón, y que veía en el afán de los hijos del marinero por ocultar la biografía de su padre una prueba clara de que allí había gato encerrado. Fue por un tiempo, como la edad del pavo. Hasta que distinguí con claridad el clásico tufillo de mito a medio masticar. Todas las teorías sobre su lugar de nacimiento dedican más esfuerzos en deslegitimar que naciera en Génova que en presentar pruebas que defiendan sus hipótesis, salvo en el caso de una: la de que naciera en la propia Génova.

En el magnífico libro «Cristóbal Colón: primer almirante del mar océano» (1991), la ya fallecida historiadora Lourdes Díaz-Trechuelo recuerda que sus contemporáneos consideraban al marinero como un «extranjero», lo que en aquel contexto significaba no nacido en Castilla. Si nos fiamos de su criterio, habría que descartar de un plumazo todas las teorías sobre que fuera gallego, de Guadalajara, extremeño o de otros rincones de Castilla, pero no que fuera aragonés, catalán o valenciano.

 En este sentido, Cristóbal Colón actuó igual que cualquier «extranjero» hace fuera de su tierra, se rodeó durante toda su vida de amigos genoveses, como ocurrió con los Esbarroya en Córdoba, Francisco Pinelo, establecido en Sevilla, o Gaspar Gorricio, monje de la Cartuja de Santa María de las Cuevas, entre otros. Varios documentos legales refuerza lo que decía pocas veces en público: era genovés. En un documento, firmado por el propio Colón el 22 de febrero de 1498 ante notario, afirma que «siendo yo nacido en Génova, les vine a servir a los Reyes Católicos aquí en Castilla», y reclama a su hijo Diego que una vez fallecido él «tenga y sostenga siempre en la ciudad de Génova una persona de nuestro linaje que tenga allí casa y mujer… pues que de allí salí y en ella nací».



Cristobal Colón

 Por su parte, el testamento de su hijo mayor –otorgado en Sevilla el 3 de julio de 1539– tampoco deja dudas: se identifica ante un notario como «hijo de Cristóbal Colón, genovés, primer almirante que descubrió las Indias». Puede que se limitara a seguir el hilo de la versión más aceptada, pero en realidad no tenía razones para mentir a un notario: ser genovés no era ningún crimen, ni reducía la influencia de su linaje en la Corte de los Reyes Católicos.

Frente a estas contundentes pruebas documentales, los defensores de que no nació en Italia, sin embargo, han argumentado que el texto firmado por Colón es falso, o bien apócrifo, y fue redactado dentro del contexto de los Pleitos colombinos que mantuvieron sus descendientes con la Corona de Castilla. De una forma u otra, se trata de pruebas más tangibles de las presentes en la mayoría de las otras teorías que se agarran a las peculiaridades lingüísticas de su correspondencia, con ciertos guiños aragoneses, y a otros detalles menores para defender sus hipótesis.

 Entonces, ¿por qué si existen tantas evidencias se ha mantenido el misterio? Porque Colón y sus hijos guardaron con rigurosa discreción los orígenes de su familia, sin ocultarlos completamente, pero cuidándose de que nadie descubriera que el gran descubridor era hijo de unos humildes tejedores. Así, fue el afán nobiliario de la época el que habría empujado a Colón a ocultar el pasado de su familia; y no su nacionalidad.

La versión más aceptada hoy en día es que Cristóbal Colón era nieto de Giovanni Colón, tejedor de lana en Quinto, un pueblecito a pocos kilómetros de Génova. A su vez, su padre, llamado Doménico, siguió el oficio familiar y se casó con la hija de otro tejedor, Susana Fontanarossa. La esposa aportó dos casas como dote, una en Quinto y otra en la ciudad de Génova, donde se trasladó el matrimonio. Allí nació el descubridor, el primogénito, en una fecha cercana a 1451. Esto significaría que cuando realizó su primer viaje a América Colón tenía unos 41 años, aunque según las crónicas de Bartolomé de Las Casas aparentaba más edad.

Colón no era de una familia pobre, pero si lo bastante humilde como para sentirse intimidado por la obsesión sanguínea de la Corte de los Reyes Católicos. Y lo que es más grave, sus padres se ganaban la vida con las manos. Puesto que todavía en muchos rincones de Europa los trabajos manuales eran despreciados como propios de gente de baja escala social, no es de extrañar que Colón ocultara sus orígenes e incluso se atreviera a fanfarronear, sin aportar nombre alguno, de que «no soy el primer almirante en mi familia». Posiblemente sí que lo fuera.



PD: Sé que diga lo que diga un juntaletras como yo, habrá quien continúe despreciando todas las evidencias genovesas sin aportar auténticas pruebas y seguirán apareciendo nuevas teorías financiadas por los gobiernos locales. Algunas traspasan nuestras fronteras: Colón era inglés dicen los ingleses, como si fuera tan sencillo disimular la flema o prescindir de la hora del te durante décadas.

jueves, 18 de junio de 2015

La leyenda del inmortal 80 años sin Gardel.

Nueva York, 1935. Carlos Gardel junto al Radio cerebro mágico RCA Victor. Promoción de su contrato de exclusividad firmado en 1935.
Carlos Gardel
 Una exhibición de objetos, fotos y documentos muestra en el Museo Histórico Nacional sus tres facetas: el hombre, el mito y el artista.

POR IRENE AMUCHASTEGUI

                                         Nueva York, 1935. Carlos Gardel junto al Radio cerebro mágico RCA Victor. Promoción de su contrato de exclusividad firmado en 1935.
Nueva York, 1935. Carlos Gardel junto al Radio cerebro mágico RCA Victor. Promoción de su contrato de exclusividad firmado en 1935.
El papel membretado, sepia, atesora la certificada caligrafía de Carlos Gardel. Detrás del cristal de una vitrina la carta traza, de puño y letra del artista, los detalles de un itinerario fulgurante que hace ocho décadas segó la muerte: “Hoy te mando dos fotos chiquitas para que te deas (sic) cuenta cómo estoy de pinta con el frac, estoy hecho un galán bárbaro (…) Hoy salgo para Puerto Rico, después Venezuela, Colombia, Cuba, Panamá, México, Guatemala … enseguida voy a Nueva York otra vez para finalizar mis contratos y en el mes de julio estoy en esa. Tené paciencia pues tengo que ganar dinero todo lo que pueda… ya te diré por telegrama dónde debes escribirme. Muchos besitos y abrazos de tu hijo que te quiere y no te olvida…” La figura de Doña Berta Gardés, la destinataria de esas líneas –rubricadas con el consabido “tu hijo que te quiere y no te olvida” de todas las cartas que le enviaba Carlos– monopoliza la primera vitrina de la muestra Carlos Gardel, del hombre al mito , inaugurada el miércoles en el Museo Histórico Nacional. La exhibición va desde el origen y la infancia del cantor y compositor hasta el duelo popular que provocó la noticia del accidente del 24 de junio de 1935 en el aeropuerto de Medellín, donde murieron Gardel y sus acompañantes. En ese aniversario luctuoso, precisamente, coinciden éste y otros homenajes. Pero ni “el hombre” ni “el mito” del título excluyen del recorrido a su motivo central: el artista. Objetos personales, fotografías, documentos gráficos y audiovisuales –algo más de cien en total, propiedad de la Fundación Industrias Culturales Argentinas (FICA), que organiza la muestra– reconstruyen el trayecto de un artista tan vertebral que su evolución es, también, la evolución misma de la música popular rioplatense.

La muestra, montada por primera vez en 2011 (en el Festival y Mundial de Tango porteño) ahora se concentra en una sala del MHN, donde permanecerá hasta el 26 de julio. Incluye objetos que, despojados de su valor inmanente, jalonan la biografía gardeliana con una jerarquía cercana al talismán. Como una guitarra de Casa Núñez que llegó a sus manos en 1917. El Gardel guitarrista de los discos de 1912, sus primeras grabaciones, en las que se acompaña precariamente y que hoy constituyen una curiosidad arqueológica, era producto de la necesidad: ya en 1915, el dúo Gardel-Razzano incorpora a un instrumentista acompañante. Para 1917, data atribuida a esta guitarra de Casa Núñez, Carlos Gardel era mucho más que un intérprete notable en el nutrido medio del canto criollo: era el flamante creador de un género. Su grabación de “Mi noche triste” –de Pascual Contursi sobre música de Samuel Castriota– ese mismo año, con el acompañamiento del guitarrista José Ricardo, “el Negro”, sentó las bases estilísticas del tango-canción, lo inventó tal como lo conocemos. El año es clave porque este gesto, tan pleno de talento y de audacia, parte al medio la historia del artista y del género: de un lado, “el francesito” del Abasto, parroquiano del café O’Rondeman, el que se gana en la prensa los primeros apelativos de “mirlo”, “zorzal” u otra clasificación ornitológica por su abordaje del repertorio criollo, que nunca desertará; del otro, el solista incomparable que terminará eclipsando su propio dúo con José Razzano, el que debuta en París, el que construye el repertorio más representativo del género, el que se convertirá en astro de cine internacional.

La muestra también recorre algunas de las películas que tuvieron a Gardel como estrella: escenas emblemáticas rodadas en Francia y en los Estados Unidos, una curiosa fotografía de backstage tomada durante un almuerzo en el set, la galera de piel de castor que usó en la película Tango Bar (rodada por Paramount en Long Island en febrero de 1935 y estrenada en forma póstuma en Buenos Aires).

Una fotografía tomada en la cabina de un avión precede en el recorrido a las tapas de los diarios que anuncian la tragedia en cuerpo catástrofe. Es inevitable pensar en las cuantiosas coincidencias apuntadas en forma retrospectiva por testigos y estudiosos de la época, como la carta de Gardel a su amigo Armando Defino que cita su minucioso biógrafo británico Simon Collier: “Ahora la vamos viajando en avión y ya te imaginarás el fierrito de los guitarristas… Elogian la comodidad y la rapidez del avión pero no ven la hora de largar. Hay que ver las risas de conejo de todo el personal cuando se meten en los trimotores… Todo sea por el arte criollo”.

En una de las vitrinas reposa la mítica “libreta negra” cuya existencia también refieren Collier y otros biógrafos. Se trata de un pequeño cuaderno de tapas negras de 48 páginas; Gardel lo compró en la ciudad de San Nicolás, durante la temprana gira que emprendió, en 1913, como parte de un cuarteto que integraba con José Razzano, Francisco Martino y el experimentado Saúl “el Víbora” Salinas –apodado así por la forma y la expresión de sus ojos–, que se desvinculó apenas iniciado el viaje. El cuaderno estaba destinado a conservar los recortes de prensa que esperaba cosechar, y de hecho obtuvo, en el transcurso esta tournée iniciática. “Crónica de mi gira artística” es el título que lleva el cuadernito, del cual Gardel alcanzó a ocupar catorce páginas. El último comentario, según consigna Collier, es del diario La Tarde de General Viamonte, está fechado el 18 de septiembre de 1913 y alaba a los “tres criollos de pura cepa” que brindaron “gratas horas de reminiscencias patrias, entonando con el sentimiento tradicional de nuestros gauchos hermosos estilos y canciones varias”. Además de ser un testimonio de la gira, el cuaderno señala, al truncarse, el nacimiento del célebre dúo Gardel-Razzano: a la partida de Salinas siguió la de Martino, por razones de salud, después de la actuación de General Viamonte, entonces “el Morocho” y “el Oriental” siguieron de gira, en un dúo que suponían circunstancial y se sostuvo durante más de diez años.

La libreta negra, igual que una buena proporción de los objetos y documentos exhibidos (que ahora forman parte de una colección de tango de la FICA estimada en 40.000 piezas), provienen de la colección de Angel Olivieri, tornero del barrio de Agronomía. Olivieri, quien durante cerca de siete décadas custodió y acrecentó su tesoro de objetos vinculados a toda la historia del género (con fantásticas piezas de Agustín Magaldi, Charlo, Azucena Maizani, Ignacio Corsini, entre otros), murió en 2008. Fue parte de una elite de apasionados y consecuentes gardelianos, junto con Hamlet Peluso, Bruno Cespi y algunos más, que conservaron discos originales, partituras, fotografías, cartas, documentación, prendas de vestuario, joyas y secretos. Había convertido su casa en un museo de exclusivo uso personal, abarrotado de tesoros al punto de ocupar íntegras las dos habitaciones de las que disponía, y en las que apenas cabían su cama y una mesita de luz. Ninguna otra escena podría ilustrar mejor la definición de Walter Benjamin: “Toda pasión linda con el caos y la pasión de coleccionar limita con el caos de los recuerdos (…) ¿qué otra cosa son estas posesiones que un desorden en el que la costumbre se instaló de tal forma que puede revestir la apariencia de un orden?

Olivieri era la quintaesencia del coleccionismo. Según Benjamin, “… la existencia del coleccionista se encuentra en una tensión dialéctica entre dos polos: el orden y el desorden”. Lógicamente esta existencia depende también de muchas otras cosas, por ejemplo de una relación muy enigmática con la propiedad (…) Luego depende también de una relación con los objetos que no destaca de ellos su valor funcional, es decir, su utilidad, su carácter práctico, sino que los estudia como escenario o teatro de su destino. También habla Benjamin –él mismo, voraz acopiador de libros– de un escalofrío: el “escalofrío de la adquisición”. Y Angel Olivieri, aunque en su búsqueda exhaustiva había agotado virtualmente las chances de hallazgos, y aunque no ignoraba que era su propia “adicción” coleccionista, conocida, lo que elevaba el precio de sus compras, siempre estaba esperando “alguna cosita nueva que pueda aparecer por ahí”. Solía contar: “Comencé a los quince años, sin darme cuenta. Primero fueron dos fotografías de Gardel que me regaló don Pepe Razzano, que era amigo de mi tío, el compositor César de Pardo. Después compré mi primer disco, con el primer sueldo que cobré como aprendiz de mecánico: traía ‘La gayola’ con ‘Alma de loca’. Cuando quise acordarme no podía parar”.

Toda colección cuenta al menos dos historias: la del objeto que tiene por destino y la de su propio, paciente artífice. Las del estelar Carlos Gardel y el humilde Angel Olivieri pueden sintetizarse en un reloj de cadena que forma parte de la muestra. Un Longines de doble tapa de oro 24 quilates, con la dedicatoria: “Geniol a Carlos Gardel. 1930”. Era una de las piezas más preciadas de Olivieri, que lo había recibido de Luisa Laurent, viuda de un gran amigo de Gardel, Ernesto Laurent, quien a su vez lo había recibido de manos de doña Berta. “Con sólo vender el reloj, salgo de perdedor. Pero sería una canallada”, decía don Angel, y lo conservó hasta el fin de sus días.


La muestra Gardel, del hombre al mito se nutre de material proveniente de la Colección de Angel Olivieri y de las colecciones de Gustavo Segu, Juan J. Fenoglio y Guillermo Elias. Está abierta de miércoles a domingo en el Museo Histórico Nacional, Defensa 1600. El miércoles 24, aniversario de la muerte de Gardel, habrá una serie de conferencias a partir de las 17, de las que participarán Fenoglio, Segu, la escritora Martina Iñíguez y Abel Alexander, fotógrafo e historiador de la fotografía, entre otros. El mismo día a las 18.30, en el Museo Casa de Carlos Gardel, Jean Jeaures 735, habrá una conferencia de Julián Barsky (autor de una exhaustiva biografía junto a Osvaldo Barsky) y un concierto del guitarrista Pablo Uccelli.

sábado, 9 de mayo de 2015

Un bebé nació prematuro y lo tiraron vivo a la basura en una bolsa plástica. Lo que pasó con el perro nadie nunca lo olvidará.


INTERNACIONALES  (NO LO CREO/FACEBOOK)


La santa Providencia obra en todo y en todos... Una historia que merece ser contada. 


                                                El era tan solo un perro que merodeaba en medio de las basuras de los alrededores, la suciedad y el terrible caos del lugar que harían que nadie se acercara por allí en un buen tiempo. En medio de su búsqueda logra hacer algo "milagroso" y salva la vida de un ser humano. Esta es una historia impactante de esas para las que la vida no nos hubiera preparado.

 Es un grandísimo placer, presentarte a Pui. Un perro de raza mestiza que pasaba su tiempo en las calles de la capital de Thailandia, en la gran Bangkok. Un día como cualquier otro, Pui salió en búsqueda de algo para comer y hurgo tal como estaba habituado a hacerlo, en una de las montañas de basura que se acumulan en diferentes lugares de la ciudad. De repente, en medio de la inmundicia, el hedor y los desperdicios, encontró una bolsa plástica de color blanco. Inmediatamente el perro notó algo inusual al instante, pues lo que allí se encontraba contenido no era algo que estuviera acostumbrado a percibir. Así que tomo la bolsa por el extremo que estaba anudado y la cargó en su "boca" hasta la casa de la familia que lo cuidaba; cuando llegó al lugar, ladró incesantemente hasta llamar la atención de uno de sus cuidadores.

Un quejido muy débil, frágil y bajo,  se escuchó de repente en medio de la atención de todos los presentes. Provenía nada más y nada menos que de la bolsa que Pui acababa de traer, así que súbitamente todos los ojos de las personas que allí se encontraban se abrieron en un dos por tres en señal de asombro. Uno de ellos se acercó para quitar el nudo de la bolsa y se encontró cara cara a plena luz del día con un "BEBÉ RECIÉN NACIDO". Al observarlo, se dieron cuenta que su nacimiento había sido prematuro, así que de inmediato la señora de la casa lo tomó y lo abrigó entre cobijas y mantas gruesas y sin pensarlo dos veces llamó a una ambulancia.


Cuando vieron llegar a los socorristas, dejaron prontamente el bebé a sus cuidados; era sin duda alguna una salvación en el último segundo, pues su respiración y vitalidad se habían ido desvaneciendo poco a poco; no pesaba ni siquiera 2 kilos y estaba gravemente desnutrido. Solo Dios sabe cuanto tiempo había pasado en aquel lugar rodeado de putrefacción y porquería. En el hospital, lo atendieron con urgencia y empezaron de inmediato la búsqueda de la irresponsable madre.

La noticia se esparció rápidamente entre la gente de toda la ciudad. El pequeño bebé sobrevivió y el héroe, era claramente Pui el perro mestizo. Todos no cabían en su orgulloso, al saber que un perrito de su propia ciudad, había logrado un rescate invaluable como lo es la vida de un pequeño niño. Incluso un equipo de la televisión llegó a la casa de sus cuidadores para hacer una nota sobre su hazaña y de paso mostrarlo ante todos para que el mundo supiera lo que había hecho.


En una celebración, le obsequiaron un collar de cuero con una pequeña medalla que colgaba de él y su familia recibió un pequeño premio de alrededor 250 euros, los cuales necesitaban urgentemente y no dudaron en recibirlo agradecidos.



Debo decir que me "quito el sombrero" por respeto ante este animal, pues este canino encontró luz en dónde "él/la ó los autores" del hecho solo vieron oscuridad. No puedo ni quiero ni imaginar lo que hubiera pasado si Pui no hubiera sido tan inteligente y hubiera reaccionado de esta manera. Comparte la historia de él buen e intuitivo perrito Pui, el mundo merece saber cada día que existe bondad y amor en nuestros animales.