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sábado, 9 de mayo de 2015

Un bebé nació prematuro y lo tiraron vivo a la basura en una bolsa plástica. Lo que pasó con el perro nadie nunca lo olvidará.


INTERNACIONALES  (NO LO CREO/FACEBOOK)


La santa Providencia obra en todo y en todos... Una historia que merece ser contada. 


                                                El era tan solo un perro que merodeaba en medio de las basuras de los alrededores, la suciedad y el terrible caos del lugar que harían que nadie se acercara por allí en un buen tiempo. En medio de su búsqueda logra hacer algo "milagroso" y salva la vida de un ser humano. Esta es una historia impactante de esas para las que la vida no nos hubiera preparado.

 Es un grandísimo placer, presentarte a Pui. Un perro de raza mestiza que pasaba su tiempo en las calles de la capital de Thailandia, en la gran Bangkok. Un día como cualquier otro, Pui salió en búsqueda de algo para comer y hurgo tal como estaba habituado a hacerlo, en una de las montañas de basura que se acumulan en diferentes lugares de la ciudad. De repente, en medio de la inmundicia, el hedor y los desperdicios, encontró una bolsa plástica de color blanco. Inmediatamente el perro notó algo inusual al instante, pues lo que allí se encontraba contenido no era algo que estuviera acostumbrado a percibir. Así que tomo la bolsa por el extremo que estaba anudado y la cargó en su "boca" hasta la casa de la familia que lo cuidaba; cuando llegó al lugar, ladró incesantemente hasta llamar la atención de uno de sus cuidadores.

Un quejido muy débil, frágil y bajo,  se escuchó de repente en medio de la atención de todos los presentes. Provenía nada más y nada menos que de la bolsa que Pui acababa de traer, así que súbitamente todos los ojos de las personas que allí se encontraban se abrieron en un dos por tres en señal de asombro. Uno de ellos se acercó para quitar el nudo de la bolsa y se encontró cara cara a plena luz del día con un "BEBÉ RECIÉN NACIDO". Al observarlo, se dieron cuenta que su nacimiento había sido prematuro, así que de inmediato la señora de la casa lo tomó y lo abrigó entre cobijas y mantas gruesas y sin pensarlo dos veces llamó a una ambulancia.


Cuando vieron llegar a los socorristas, dejaron prontamente el bebé a sus cuidados; era sin duda alguna una salvación en el último segundo, pues su respiración y vitalidad se habían ido desvaneciendo poco a poco; no pesaba ni siquiera 2 kilos y estaba gravemente desnutrido. Solo Dios sabe cuanto tiempo había pasado en aquel lugar rodeado de putrefacción y porquería. En el hospital, lo atendieron con urgencia y empezaron de inmediato la búsqueda de la irresponsable madre.

La noticia se esparció rápidamente entre la gente de toda la ciudad. El pequeño bebé sobrevivió y el héroe, era claramente Pui el perro mestizo. Todos no cabían en su orgulloso, al saber que un perrito de su propia ciudad, había logrado un rescate invaluable como lo es la vida de un pequeño niño. Incluso un equipo de la televisión llegó a la casa de sus cuidadores para hacer una nota sobre su hazaña y de paso mostrarlo ante todos para que el mundo supiera lo que había hecho.


En una celebración, le obsequiaron un collar de cuero con una pequeña medalla que colgaba de él y su familia recibió un pequeño premio de alrededor 250 euros, los cuales necesitaban urgentemente y no dudaron en recibirlo agradecidos.



Debo decir que me "quito el sombrero" por respeto ante este animal, pues este canino encontró luz en dónde "él/la ó los autores" del hecho solo vieron oscuridad. No puedo ni quiero ni imaginar lo que hubiera pasado si Pui no hubiera sido tan inteligente y hubiera reaccionado de esta manera. Comparte la historia de él buen e intuitivo perrito Pui, el mundo merece saber cada día que existe bondad y amor en nuestros animales.

domingo, 29 de marzo de 2015

Wynton Marsalis en el Teatro Colón


27 MAR 2015 | 09:55
Por gillespi - LA RAZÓN

                                             Para cualquier trompetista del mundo, la sola posibilidad de ver tocar a Wynton Marsalis transforma un día cualquiera en un día excepcional. Más allá de gustos personales y disquisiciones teóricas, Wynton es un ícono de la trompeta en el jazz desde hace más de 30 años. Emergente de una familia de músicos, el pequeño trompetista aprendió a tocar en la banda de su padre Ellis Marsalis, quien desde el piano dirigía a sus jóvenes hijos: Wynton en trompeta, Branford en saxo, Delfayo en trombón y Jason en batería.

Poco tiempo después, el joven Wynton probó suerte con el legendario baterista Art Blakey y sus “jazz messengers”: un grupo de temerarios músicos por donde desfilaron los mejores solistas del mundo. Los trompetistas Clifford Brown, Lee Morgan, Freddie Hubbard (todos ellos superlativos) fueron los antecesores de Marsalis en el grupo.

 La característica de los jazz messengers eran los temas ejecutados a tempos vertiginosos (muy difíciles de tocar por la velocidad), característica típica de grupos liderados por bateristas. En medio de ese vértigo, Wynton surfeaba los arreglos a velocidad con total suficiencia. Después de un breve protagonismo en el jazz moderno, dedicó sus últimos años al estudio del jazz tradicional. Un buen día dejó de ver hacia adelante para fijar su atención en el pasado. En los comienzos del jazz y su era de oro en los años ‘50, sus discos dieron un giro radical hacia los clásicos de Duke Ellington, Louis Armstrong y Count Basie.

El Lincoln Center es un edificio ubicado en el centro de New York que incluye varias salas para conciertos, salas de ensayo, biblioteca y aulas para promover el jazz entre los jóvenes estudiantes de música. Wynton Marsalis es el director del Lincoln Center y desde su oficina vidriada del último piso mira la ciudad, atiende a los músicos, responde mails y toca la trompeta.

Su misión en la vida es promover y enseñar el jazz en todo el mundo. Para esto ha armado una orquesta (más bien una Big Band) de la cual es el director y uno de los arregladores. Los otros integrantes también escriben arreglos y dirigen alternativamente. El repertorio consiste en nuevos arreglos de los clásicos del jazz de los años ‘50 en adelante.

Sin dudas, el jazz es el patrimonio cultural más importante de los norteamericanos (en el resto de los géneros musicales, la paternidad es compartida con otros países) y Wynton oficia como una especie de embajador del jazz en el mundo.

La misión de la Lincoln Center Orchestra es girar por el mundo manteniendo viva la esencia del jazz. Los conciertos por la noche y las clases abiertas al público durante las tardes mantienen a sus músicos ocupados todas las jornadas.

En el marco de esta gira, que los ha llevado por toda Latinoamérica, el escenario del Teatro Colón resultó la gran sorpresa para Wynton y sus músicos. Según me contaron, no escatimaron elogios para el teatro desde que pisaron el escenario. También actuaron en Puerto Rico, México, Perú, Chile, Uruguay y posteriormente a la actuación en nuestro país, siguen con varios conciertos en Brasil (el único concierto suspendido fue en Caracas, debido a las tensiones diplomáticas entre Estados Unidos y Venezuela).

La excelencia de la Lincoln Center Orchestra es evidente desde el primer compás del primer tema. Como decimos los músicos: “Se suenan todo”. Entran al escenario en medio de una ovación y muy lentamente se sientan en sus lugares. Delante de cada silla, un atril con las partituras. Wynton entra último, agradece con la mano y se ubica en la fila de las trompetas, a la usanza clásica (no delante de todos, como podría esperarse). Recordemos que en las orquestas, las trompetas van al fondo de todos (por el volumen superior al resto), más adelante los trombones y en la fila de adelante, los saxos y flautas (bastante menos explosivos que las trompetas).

Desde allí atrás, asomando su cabeza por arriba del atril de las partituras, Wynton dirige, hace gestos, mueve las manos, arenga a los solistas y festeja cada una de las frases inspiradas de alguno de sus músicos. El público del teatro Colón, un poco frío al comienzo, fue tomando confianza y a los tímidos aplausos siguieron estruendosas ovaciones y gritos después de cada inspirado solo.


El jazz le sienta muy bien a una ciudad como Buenos Aires. Y por un momento, el centro porteño se movió al swing del mejor jazz del mundo.

martes, 24 de febrero de 2015

Jorge Lanata: “Preguntar es desobedecer”

Jorge Lanata, ataviado con el equipo de la selección argentina en su programa de televisión.JESÚS RUIZ MANTILLA 25 FEB 2015 - 00:00 CET El País Madrid

REPORTAJE
                                   Es difícil callar a este referente del periodismo latinoamericano. Se ha convertido en el azote del kirchnerismo, como antes lo fue del menemismo en la Argentina peronista.
Lanata ha desnudado siempre la política de su país desde los medios que ha montado o dirigido y de los que, por incómodo, también ha sido despedido.

Como un Tom Wolfe porteño o un Larry King latino, Jorge Lanata, dandi vapuleador de la comunicación argentina, recibe con tirantes en su habitación del hotel Ritz madrileño. Fuma tranquilamente, aun a riesgo de un resfriado, con la ventana abierta, para ventilar. Podría ser una pequeña metáfora fácil: ventilar. Porque Lanata lo hace cada mañana por Radio Mitre, con su voz, o a menudo en el Canal 13 de la televisión, con su pinta de oso que aprieta y ahoga, con los trapos sucios del kirchnerismo.

Cristina Fernández se ha convertido en su musa al contrario. Pone en vilo, sin tapujos, el entramado de poder que tanto ella como su marido, Néstor Kirchner, han construido. Los argentinos lo jalean y lo denuestan. Se la juega y mantiene un pulso constante como el que lanzó a Carlos Menem desde su diario Página 12. Potente artefacto, riguroso, satírico y alérgico a los mejunjes con el que Lanata marcó época en el periodismo hispano.

¿El buen periodista debe llevar su dosis de provocación en los bolsillos? Yo siempre digo que preguntar es desobedecer. Vos cuestionás. ¿Sos lo que me decís que sos? No te alcanza lo que sabés del objeto que anda enfrente. La pelea contra el poder en nosotros es natural. No podemos estar de otro lado. Pertenecemos a esa parte del mundo que tiene preguntas, no respuestas, eso se lo dejamos a los religiosos y a los políticos. Por eso me siento en contra de lo que llamamos en Argentina el periodismo militante.

¿Y eso qué es? Propaganda. Alinearse en un sector sin otra posibilidad. Para mí, eso es el antiperiodismo, lo que no hay que hacer. Es un concepto muy de los setenta.

O de la época de Goebbels. Lo que demanda es identificar dónde anda cada uno para saber a qué debe enfrentarse. ¿No recuerda a algo nazi? También. Es que en América Latina, y ahora en ciertos círculos en España, pensar en la prensa como un enemigo de la democracia ha funcionado en los últimos años. En Ecuador, Argentina, Venezuela, Bolivia. Acá, los dirigentes de Podemos se inclinan por eso. Admiran a Ernesto Laclau, que es el filósofo preferido de Cristina Fernández. Sostiene que lo primero que hay que hacer es crearse un enemigo. Cohesionar un frente interno requiere de un enemigo exterior. Pero eso es viejísimo.

Con Néstor Kirchner se podía hablar. Cristina es más chií”
Y un tanto simple. En el fondo es vacío, ideológicamente.

Acaba con la abstracción y, por tanto, con la imaginación. Laclau y otros, si pudieran, no contarían con el periodismo. Yo lo entiendo, si me pongo en su lugar. Aunque, por supuesto, no lo comparto. El periodismo es incompatible con el ­concepto de revolución que proclaman ellos, para eso necesitas el monopolio de la opinión. Por eso en la URSS existía ante todo el Pravda, o en Cuba, Granma. No podés tener 20 diarios en Cuba, para ellos sería un quilombo. Cristina defiende el periodismo sin intermediarios. Yo me pregunto cómo sería un noticiero sin intermediarios. ¿Hablarían los ministros, directamente? Por eso no da conferencias de prensa. En 10 años convocó tres o así.

A ver si la presidenta se va a parecer a su denostado Mariano Rajoy más de lo que pensamos… Las relaciones del kirchnerismo con España nunca fueron buenas.

¿Del kirchnerismo o de Argentina en general? Resulta sospechoso lo fácil que ha prendido el resquemor con azuzarlo un poco. ¿En la gente? En la época de Menem existía más animadversión, pero eso tenía que ver con las empresas españolas que ­desembarcaron. Probablemente no fueron de lo mejor. Terminó casi todo mal. En aquella época había más rencillas. Pero yo ahora no lo veo en la gente. De hecho, somos muy españoles, tenemos muchos defectos que nos unen, y algunas virtudes también. Hemos heredado la envidia y la culpa.

Vaya por Dios. Mi abuela era gallega, analfabeta, no sabía leer ni escribir. Aun así, llegó en un barco con el retrato de Alfonso XIII y un libro, vos fijate qué loco, que se llamaba Guía para la juventud, del reverendo padre Tomás Péndola. Daba consejos de este tipo: el amor y las novelas conducen al suicidio.


El periodista argentino Jorge Lanata. / JORDI SOCÍAS
¿De ahí le quedó algo? ¿Quién es usted? Si me debo definir, soy un periodista. Provengo de la clase media baja, de una casa sin biblioteca. Empecé a trabajar muy pronto, con 14 años, en la radio. Tuve la suerte de moverme muy rápido. Armé Página 12 cuando tenía 26 años. No lo heredé. Salió de la nada.

¿Ya era un niño con vocación de tocapelotas? En mi casa, mi madre estuvo 40 años con el centro paralizado y una lesión en el habla. Podía decir sí o no, pero no formular palabras. Yo me entendía con ella. Tenía seis años y me fui a vivir con mi tía y mi abuela. Eso me marcó mucho. Mi padre era dentista y la cuidó toda su vida. Murió él primero. Para mí fue un ejemplo muy fuerte mi viejo. Cualquier otro la hubiera internado. Yo no fui lo que ellos querían. Me habría convertido en médico o abogado. Nadie deseaba que fuera periodista. Lo fui contra todo el mundo.
No lo consideraban. Empecé por casualidad, en la revista del colegio. Un día pasaba por un semanario de mi barrio de Avellaneda, entré y les mostré las notas del colegio, y me las publicaron. A los 14 entré con el uniforme a pedir trabajo a la radio. Les cayó simpático y me lo dieron. Después seguí.

¿No tuvo ni que estudiar? No, además en un momento lo dejé, durante la dictadura. Me hice mozo de bar. Era muy difícil trabajar en la radio durante la dictadura. Estaba en el informativo, pero también hacía un programa de folclore. Un día puse un tema de Mercedes Sosa y me dijeron que no se podía. Pregunté por qué y me respondieron: porque menciona la palabra pobre. Yo pensé: este tipo es un idiota. Ni siquiera era política la situación. Me voy de acá. Y me fui.

¿Por qué fue necesario montar un periódico como Página 12 en su país? Antes armé una cooperativa de periodistas para comprar una revista icono que se llamaba El Porteño. Sacaba niños secuestrados, reportajes como uno de Oriana Fallaci a Galtieri, el golpista, que fue muy famoso. No era hiperpopular, pero sí importante. La manejé durante tres años y ahí se nos ocurrió hacer un diario. Yo pretendía, lo llamaba, un diario de contrainformación con 12 páginas. ¿Por qué 12 páginas? Porque no teníamos plata para papel. Había que hacerlo pequeño, pero después eso se convirtió en un valor de edición. Había que elegir muy bien las noticias.

¡Qué lejos aquellos tiempos del todo cabe que vivimos hoy! Discutíamos cada sección desde cero. Nos planteábamos una estructura de nota que era un híbrido entre revista y diario. Todas debían llevar color al principio y color en el remate. No respetábamos la pirámide. Debía tener también suspense a lo largo del texto, como la trama de un cuento.

Eso es muy moderno, oiga. Sí, bueno, pues eso lo hicimos en 1987. Es lo que se lleva ahora. Teníamos dos ejemplos en qué basarnos: EL PAÍS y el Libération francés. Lo discutíamos. Yo me incliné más por la segunda opción. Nosotros no teníamos una burguesía que quisiera aguantar un proyecto como el de EL PAÍS, cosa que sí existía en España. El diseño acabó pareciéndose a Libération, pero nosotros le añadimos sentido del humor. Si algo queda de aquello con los años es que quisimos mostrar que la renovación de la forma es infinita, pero no afecta al contenido. Vos podés comunicar con elementos humanos y eso no quita seriedad.

Jorge Lanata


Mar del Plata, 1960. Lanata es un periodista argentino con una gran influencia en su país. Fundador de Página 12 en 1987, actualmente trabaja en el Grupo Clarín, donde cuenta con una columna en el diario más opuesto a Cristina Fernández de Kirchner, pero también con un programa líder de audiencia en la radio, Lanata sin filtro –emitido también por Internet–, dentro de Radio Mitre, o en la televisión, por medio del Canal 13, donde presenta Periodismo para todos, también primero en cuota de pantalla. Comenzó a los 14 años en la Radio Nacional. Además de Página 12, ha fundado también periódicos y revistas como Crítica de la Argentina, Veintitrés, Página 30 o Ego. En 2005 estrenó su documental Deuda.
Ni rigor. Claro. Podíamos en la época de Menem tirar un ministro –de hecho lo hicimos muchas veces– e ilustrar con un fotomontaje la tapa. La gente no es tonta, sabe cuándo existe un momento en que podés joder y cuándo vas en serio. Aquello generaba llamadas a la redacción para sugerirnos títulos. Mañana pongan tal cosa… En tiempo de Menem encontramos un lugar en la crítica que al tipo lo cagaba mucho. El caso era dejarlo en ridículo sin que fuéramos el borracho de la fiesta. El poder no soporta el ridículo. No les importa que les digan ladrones, les importa que te rías de ellos. Suponete. Un día el presidente dijo que éramos amarillos. Le compré papel a la guía de teléfonos e hice un periódico amarillo entero. Le cambié hasta el nombre para llamarlo Amarillo 12. Menem tuvo que salir a reconocer que tenía gracia. Hacíamos eso. Duró 10 años. Hasta que el dueño decide vender al Grupo Clarín, algo con lo que yo no estaba de acuerdo.

Las vueltas que da la vida. Ahora usted trabaja para el Grupo Clarín. Es muy loco, porque yo he competido y atacado mucho a Clarín. Y ahora el kirchnerismo nos juntó.

¿Podría hacerme una síntesis para que el resto del mundo comprenda qué pasa entre el Gobierno argentino y los medios críticos? Han vuelto al primer peronismo de los años cincuenta. Perón compró las radios mediante sus empresarios amigos. No las nacionalizó y armó una gran cadena de difusión. Los de ahora han armado una estructura aún más grande. Hoy el 80% de los medios tienen relación directa o indirecta con el Gobierno. O son suyos, o reciben presiones y publicidad que les permite seguir viviendo. Ese 80% de los medios cuentan con el 20% de la audiencia. El otro 20%, con el 80%. En la radio, nosotros tenemos un 50% de share. El que sigue, 14%. Esto no pasaba hace 30 años, estamos recontra primeros. A eso hay que unir el fútbol. Es del Estado en Argentina y lo utilizan para contraprogramar. Tampoco les sirve. Ese aparato ataca todos los días, todo el tiempo, a los medios opositores. A mí ya no me importa, pero surte un efecto negativo en quienes empiezan. Tienden a la autocensura.

¿Conoció bien personalmente a Cristina Fernández de Kirchner antes de sus tensiones? Conocí más a Néstor. A ella, una vez la entrevisté. A mí me han echado de la televisión tres veces. Dos Menem y una Néstor. La primera, el director del canal me cambió por los aeropuertos. La segunda, algo parecido. La tercera, con Kirchner, apenas asumió el cargo, hice la primera denuncia de corrupción a los 10 días. Me ofrecieron un canal del Estado y les respondí que nunca había trabajado para el Estado y ni quería. Que debían gastar la plata en otra cosa antes que ­contratarme a mí. Estuve ocho años afuera y volví hace cuatro. Néstor era vivillo, un caudillo del interior. Armó en Santa Cruz, su provincia, un esquema que reprodujo en la nación. ­Prescindía de poder judicial, de cámara de diputados, y los medios eran amigos. Al momento que te lo presentaban, te quería ­comprar. Con menos dogmatismo ­político que Cristina; ella es más chií, más fundamentalista, más temible, está más convencida de su locura. Con Néstor te podías sentar a hablar; con ella, no.

¿Más fundamentalista de sí misma? Muy megalómana, egocéntrica. Los dos, eso sí, convencidos de que la única manera de triunfar en política es con dinero. Con métodos diferentes a los de Menem. En esa época, los tipos pedían coima, a veces exageradamente alta; en la época de Néstor compraban las empresas con las que hacían obras. Vos querés un puente, yo te lo doy, pero luego paso todos los días 10 a cobrar un tanto, de aquí a la eternidad.

¿Podríamos confirmar que Argentina es una democracia a pesar de los Kirchner? Mirá, Guillermo O’Donnell, un politólogo argentino, hace años hablaba de democracias de baja intensidad. Es lo que ocurre en Argentina hoy. El poder judicial está muy atacado por el Ejecutivo. Recién reaccionó, pero durante años han estado por debajo de sus competencias. Tenían miedo. El legislativo es una escribanía del Ejecutivo.

¿Muy baja intensidad, entonces? Para mí, ¿qué son políticamente los Kirchner? Son un grupo de derechas con una dialéctica de izquierdas. Como el chavismo, aunque a este se agrega el componente militar, que los kirchneristas no tienen. Para ellos, el ejército no representa un problema. Parece una paradoja, pero quien destruyó el ejército en Argentina fue Menem, el último que uno diría capaz de eso. Ya no cuenta.

En América Latina, y ahora en ciertos círculos en España, pensar en la prensa como un enemigo de la democracia ha funcionado en los últimos años”
Eso que salen ganando. Bueno, sí. En ese aspecto sí. Pero lo preocupante es la muy baja intensidad, diferenciando el interior con Buenos Aires. Allá están las cosas terribles, hay casos de desnutrición, escuelas sin paredes. Está manejado por feudos. Hoy son kirchneristas, pero antes estaban con Menem, con Duhalde… En Argentina existe un tercio de la población no pobre, subpobre. No sé si tienen mucha libertad para pensar más allá de comer, ¿viste? Existe mucho clientelismo. Si asignan trabajos temporales de cualquier cosa, que sé yo, recoger papeles en las plazas, depende del caudillo que te lo dé y lo votas. Hoy sus seguidores no representan el 50% de votantes. Llegan al 25%, supongo, hoy. Existe mucho expartidario que no sé a qué se apuntará, si a Daniel Scioli o a Sergio Massa.

¿Sobrevivirá el kirchnerismo a los Kirchner? ¿Acabaremos hablando de dicho término en sustitución del peronismo? Ese es el principal desafío de Cristina. El menemismo duró 10 minutos. Cuando él perdió, todos se pasaron a otro lado, en fila. El peronismo es vertical, acude donde está el poder. Massa, que no creo que pueda ganar, hizo algo imprevisible: dividir el kirchnerismo cuando nadie se animaba a ello. Creo que ganará Scioli porque la gente va a querer un cambio, pero no total. Será un voto conservador. Puede ocurrir que gane Mauricio Macri, actual gobernador de Buenos Aires, si la gente quiere un vuelco, pero eso ocurrirá en segunda vuelta. Tendría que unirse con otros. ¿Qué querrá Cristina? Si ganan Scioli o Massa, la van a hundir, porque salen de sus filas. ¿Querrá que gane alguien de derechas entonces para mantener ella la izquierda y volver?

No es descabellado. Siempre querrá volver. Entonces quiere que gane Macri. Yo no me la imagino jubilada, jugando a las bochas o comprando carteras de Louis Vuitton en París. Si ella prioriza el futuro del kirchnerismo, le conviene que gane otro que no lo sea, o que no provenga de esas filas. Así ella puede estar cuatro años hinchando las pelotas. Aunque es una persona muy insegura, ella. Está todo el tiempo tratando de demostrar que es inteligente. Por eso se equivoca todo el tiempo. Y como es bruta, porque no es que sea culta, ni nada… La elogian por cosas muy básicas. Por ejemplo, dicen: habla de corrido. Bueno, sí. Tiene 60 años.

Hombre, en eso se defiende. Busquémosle virtudes. ¿Virtudes? La audacia. Ella dobla la apuesta todo el tiempo. Cuanto más arrinconada está, más dobla.

¿Ser mujer le perjudica o le favorece como a una nueva Evita? Sí, el victimismo también se le da bien. El otro día dio un discurso en silla de ruedas. Podría haber estado en un escritorio, pero lo mostró, aunque solo se había roto un tobillo.

Es buenísima dando pena. Sí, claro. Comunicando en ese plan es buena.

Lo del fiscal Alberto Nisman… resulta tan increíble que se suicidara antes de comparecer con su investigación implicando a la presidenta que podría ser hasta verdad, ¿no cree? Yo lo saqué un jueves en televisión y apareció muerto al domingo siguiente. Tenía muchas diferencias con él. Mi hipótesis era distinta de la suya en referencia a los atentados que investigaba de la Amia, la mutualidad judía argentina en la que un coche bomba mató a 85 personas. Pero ese no era el asunto ahora. El problema actual es que el Gobierno había creado una embajada paralela con Irán para hacer negocios y por eso intentaban exculparlos de sus responsabilidades. Hablamos 40 minutos de aquello. No parecía tener la personalidad de matarse. Se mostraba muy esperanzado en su denuncia. Había trabajado tres años en eso. Nadie se mata la noche antes a darlo a conocer, o sea.

Con la muerte de Nisman hay tres posibilidades: el Gobierno, los servicios de inteligencia o un grupo árabe vinculado a la investigación”
Entonces, ¿quién? Hay tres posibilidades: el Gobierno, los servicios de inteligencia o un grupo árabe vinculado a la investigación.

Las dos primeras posibilidades, ¿no serían la misma? No, porque ningún Gobierno manejó completamente los servicios de inteligencia en la democracia. Tuvieron mucha autonomía. Existe la noticia deseada, que no es la cierta. Es la deseada. Si hoy la televisión pasara una grabación de Nisman suicidándose, van a decir que lo montaron. En esto, Cristina ha reaccionado de distintas maneras. Primero dijo que se suicidó, luego que lo mataron. Al poco de ocurrir echaron a un tipo de los servicios que se llama Stiuso. Este hombre colaboró 12 años con los Kirchner. Hay una responsabilidad política que les atañe.

¿Se divierte con la Argentina que le ha tocado en suerte ahora o la sufre? Trato de divertirme, pero a veces no me sale. Disfruto más en la radio que en la tele. La primera me resulta más humana; la otra, más poderosa. A veces me cansan los medios también.

Usted, en su medida, es poderoso. Influencia es poder. Sí, pero no lo uso para según qué intereses. Soy periodista y gano muy bien en lo que hago.

No lo usa, pero con el poder que usted ejerce también se goza. Hubo momentos en que… Cuando vos sentís que con una nota metiste un palo en medio de una rueda y que de golpe todo el mundo paró a mirar… Son buenos momentos. De justica. Sí, tengo ese poder. Y lo disfruto, totalmente.

Y del papa Bergoglio, ¿qué me dice? Un genio del marketing. Domina el discurso global. Su elección explica por qué la Iglesia es una institución que dura ya más de 2.000 años.

Una vez elegido, Cristina ya se tiró contra él. ¿De dónde surgieron aquellas denuncias de silencio en la dictadura si no? Es que Cristina se debe haber querido matar ese día. ¡Un tipo que es tu enemigo! Néstor lo odiaba, y Cristina, más. Que se coloca en una liga en la que no podés jugar y encima tienes que ir a verlo y arrodillarte. Yo una vez estuve con él como dos horas, en la época del diario.


¿Qué impresión le dio? Hay que ver a las personas en sus circunstancias. El tipo se relacionaba con los mundos más sórdidos. La prostitución, el trabajo esclavo. Se adentraba en mundos marginales. No hacía ostentación de poder, cero dinero, un tipo que realmente se lo cree.

jueves, 29 de enero de 2015

Luis D´ Elía, Soldado de Cristina, Chávez y de Irán

un vulgar bandido cómplice de los nefastos Y TAMBIÉN BANDIDOS KIRCHNER 

Argentina Fraterna

Por Alfredo Leuco

                                              Luis D`Elía es uno de los argentinos con mayor imagen negativa. Fue el que popularizó la palabra odio en el debate público. Lidera la tabla de posiciones del desprestigio con personajes de la calaña moral de Amado Boudou. Es uno de los símbolos de esta década autoritaria donde las agresiones y la alchahuetería pesaron mas que los valores y los méritos de las personas. En las escuchas de Nisman, el mismo D`Elía confirma lo que todos sabíamos. 

El dice que le hace el juego a la casa rosada porque es un soldado de Cristina. Ahora tiene orden de borrarse y bajar el perfil durante un tiempo hasta que pase el terremoto institucional. Pero siempre está en la primera o la segunda fila de aplaudidores en los actos de Cristina. Se lo puede ver en fotos con líderes extremistas iraníes y prófugos de la justicia como Moshen Rabbani y personajes que apuestan o apostaron a la violencia como partera de la historia como Fernando Esteche el comandante de Quebracho o Roberto Perdía, el ex integrante del estado mayor de Montoneros.

Antisemita fanático y patotero hasta el extremo de promover el fusilamiento de los disidentes, permite que su amigo Jorge Khalil, trate al canciller Héctor Timerman de “ruso de mierda”. Fue el día que celebró su cumpleaños con el mejor de los regalos que fue el pacto tenebroso que le garantizaba impunidad a los iranés acusados del peor atentado terrorista que sufrió la historia argentina con la voladura del edificio de la AMIA y sus 85 muertes.

 En esa conversación puede escucharse como su amigo Yussuf Khalil le cuenta que el había presentado un texto parecido redactado por Esteche y ambos rien como burlándose de las víctimas y los familiares de la AMIA. Ese tramo de la escucha es directamente vomitivo. Es la expresión mas cruda de un régimen homofóbico que niega el holocausto y la democracia. Ademas, corresponde repudiar sin medias tintas a los cobardes que tiraron piedras al hotel de Mina Clavero en donde estuvo alojado. El que produce esa reacción violenta se transforma en lo mismo que condena. Votos, palabras y organización política para combatir a D’Elia. Jamas la violencia que engendra violencia.

Horacio Verbitsky, el titiritero de Timerman, dice que D`Elía es un vende humo y que exagera su llegada a la Casa Rosada para subirse el precio y fanfarronear. En varios audios D’Elía aparece asegurando que habla con frecuencia con Oscar Parrilli, Julio de Vido y hay mas información que lo vincula con el jefe de La Cámpora, Andres “El Cuervo” Larroque como nexo con la presidenta de la Nación. Parrilli en ese entonces era secretario de la presidencia y mano derecha de Cristina, una suerte de mayordomo que le solucionaba todos los problemas.

 Ahora le tiraron la brasa ardiente de los servicios de inteligencia. Su ex jefe, Alberto Fernández reveló que su misión es borras todas las pruebas y evidencias de los casos de corrupción que involucran a la familia Kirchner. De Vido, quien fuera el cajero del kirchnerismo, hoy es uno de los mas antiguos funcionarios que desde Santa Cruz fueron pilares de un modelo que enriqueció a muchos de sus figuras y que mantuvo altos niveles de pobreza y exclusión social. Y “El Cuervo”, junto con Wado de Pedro, son los conductores de la agrupación que lidera Máximo “Sanbseacabó″ Kirchner.

Insisto con el tema de la presencia permanente de D`Elía entre los cuadros mas importantes del cristinismo en los actos de Cristina que nunca lo descalificó en público y en las tribunas de todos los actos de Unidos y Organizados. No se sabe de que trabaja Luis D`Elía pero toda su familia vive de los sueldos que pagamos todos los argentinos. Su esposa como diputada y sus hijos en diferentes organismos del estado.

Ya sabíamos casi todo de Luis D`Elía y por eso tanto repudio popular. Tomó por asalto una comisaría en la Boca, golpeó a un manifestante que protestaba durante la guerra de la 125 y como si esto fuera poco, ahora sabemos que alquiló a parte de la barra brava de All Boys para un acto a favor de Palestina y donde la consigna principal era “basta de sionismo nazi”. Se puede escuchar con nitidez la voz llorona de D`Elía decir que le tuvo que tirar unos “manguetes” a los muchachos que se portaron bien. 

Les dí 25 lucas, dice en un momento. Pregunta al paso: ¿ Cual es el gesto emancipador del hombre nuevo que le paga peaje a unos salvajes para que vayan a hacer numero y despelote en un acto? ¿De donde sacó los 25 mil pesos que son poco menos que diez jubilaciones? ¿Es dinero de sus ahorros y se trata de una donación generosa? ¿Es plata que le dió Parrilli, De Vido, Larroque o unos riales que es la moneda de Iran?

 ¿A cuanto estará el Rial en el blue? Lo digo porque el propio Sergio Szpolski, el empresario que mas pauta publiciaria recibe del gobierno para sus medios K, puso en twitter que Luis D`Elía era ” un ladrón que recibía cheques de Irán”.

En su momento, Jorge Lanata en su programa, los desnudó en unos negocios extraños que hacía con camiones de combustible y desde siempre, Luis D`Elía es uno de los mayores defensores del chavismo en Argentina.

 Luis D`Elía es mucho mas que un piquetero oportunista que se colgó de las polleras de Cristina. Es un símbolo de la peor herencia que Cristina nos va a dejar. Como dice Santiago Kovadloff, es la cara mas conocida de un sistema feroz de clientelismo que convierte a los excluídos ” en inquilinos de la limosna”. Hay una banda de malandras que usan y abusan de los pobres. D´Elía es uno de sus jefes. Y todos son soldados de Cristina.

lunes, 19 de enero de 2015

La bala que mató a Nisman se cuela por las grietas de una democracia débil, fragmentada por la corrupción, contaminada de autoritarismo

Bisagra

  
Muere el fiscal que acusó a Cristina Fernández de encubrir a Irán

EDUARDO AMADEO 19 ENE 2015 - EL PAÍS Madrid

                             La muerte del Fiscal Nisman es una bisagra para este Gobierno y para el funcionamiento de nuestra democracia.

Para este Gobierno, porque la sangre de Nisman ha de teñir lo que le queda aún en el poder. Las pruebas de su investigación sobre el caso AMIA y sus implicaciones para los funcionarios se potenciarán hasta niveles impredecibles, porque se relacionan con infinitas dimensiones de un manejo inmoral, autoritario y desordenado de la política local e internacional.

En la misma investigación sobre esta muerte, el Gobierno ya aparece obligado a probar su inocencia. No solo debe demostrar que no es autor directo, sino también por qué no funcionó la custodia que estaba obligada a proteger al Fiscal. Ya es vox populi en el país que estamos frente a un asesinato político.

Tampoco queda lugar alguno para las ironías, ni para los silencios soberbios, ni las culpas ajenas de un discurso absurdo. Para el Gobierno se acabó la posibilidad de construir la realidad propia y esconder la ajena recurriendo a la fábula de las conspiraciones golpistas y los medios de comunicación complacientes. La muerte de Nisman es una realidad que lo ha de marcar hasta el final y para la cual ya no funcionarán los perversos mecanismos de negación y agresión que hasta ahora han tratado de ocultar corrupciones, accidentes y malas políticas.

Pero la muerte de Nisman también debería ser una bisagra para el funcionamiento de la democracia y para los desafíos a futuro del sistema político. Los otros dos poderes y la oposición deberán tomar este tema como un eje práctico y simbólico de su trabajo. No solo en las responsabilidades fácticas para resolver esta muerte, sino también en la energía necesaria para construir una arquitectura democrática y legal que haga que la perversidad institucional del kirchnerismo se convierta, cuanto antes, en parte de la historia.

El Gobierno aparece obligado a probar su inocencia. Es vox populi que estamos frente a un asesinato político

Argentina no puede seguir más tiempo en este camino de degradación. Un país en el que es concebible que el dislate que investigaba Nisman pudiera no tener consecuencias; en el que un Vicepresidente puede estar procesado y seguir en funciones; en el que los amigos del poder se dedican a construir la arquitectura de la corrupción con total impunidad; en el que se pretende cubrir todos los cargos de la Justicia con militantes políticos; en el que los servicios de inteligencia tienen total autonomía para violar la ley. Un país en el que puede utilizarse descaradamente la mayoría legislativa para vulnerar derechos e ignorar la Constitución.

La muerte de Nisman, sea suicidio por las presiones que recibió o asesinato por los implicados, fue posible por una democracia débil, fragmentada por la corrupción, contaminada por un autoritarismo que arrastramos desde hace décadas. Por todas esas grietas se cuela la bala que mató a Alberto Nisman.


Eduardo Amadeo, exembajador argentino en EE UU y exdiputado, es miembro del Club Político Argentino. Twitter @eduardoamadeo

sábado, 6 de diciembre de 2014

Hace 50 años llegaron al Polo Sur y se juntaron para festejarlo



Clarin.comSociedadSociedad06/12/14

Los primeros argentinos en lograr la hazaña.  

Desafiaron los vientos helados en un recorrido épico de 45 días. Ahora tienen más de 80 años y los recuerdos intactos.
      
El hombre todavía no había pisado la Luna y la guerra de Vietnam llegaba a su punto más tirante cuando un grupo de argentinos decidió poner en marcha la primera expedición del país al Polo Sur.

Durante 45 días recorrieron unos 2.900 kilómetros, superando fisuras en el hielo, vientos blancos de 100 kilómetros y jornadas interminables de 38 horas. Hoy se cumplen 50 años del día de inicio de aquella hazaña y sus protagonistas serán distinguidos en el Monumento a la Bandera, en Rosario.

La temeraria Operación 90 (por los 90 grados sur de latitud que tiene el Polo) fue comandada por el coronel de caballería Jorge Edgar Leal, que ahora tiene 93 años y vive en Salta. Leal ya había fundado la Base Antártica Esperanza.

La travesía empezó el 6 de diciembre de 1964, cuando 10 voluntarios del Ejército, con 6 tractores oruga Snowcat y 16 trineos de arrastre, partieron desde el Palomar a la base Belgrano. Uno de los retos era lograr que los vehículos no sucumbieran a las bajas temperaturas. “Habíamos ensayado una aproximación en el año 57, pero los tractores se quedaron sin respuesta.

Así que viajé a los Estados Unidos y Canadá para seleccionar el remolque adecuado y personalmente los fui adaptando a las características del terreno”, recuerda a Clarín el por entonces suboficial principal mecánico Ricardo Ceppi, que ahora tiene 83 años.

Ya estaba todo listo. Los preparativos incluyeron el patrullaje de la zona, la distribución de los alimentos en los trineos, pero cayeron bajo el manto de la noche polar y debieron postergar la partida hasta el 26 de octubre del 65.

“Además de los pasos que nos separaban de la base norteamericana Amundsen-Scott, había que subir hasta unos 3 mil metros de altitud sobre el nivel del mar. Para soportar el frío nos poníamos varias capas de abrigo y para orientarnos en la nieve, no teníamos cartas ni GPS, todo se hacía en forma artesanal” recuerda Florencio Pérez (82).

Dos trineos se desplomaron en una grieta y varios Snowcat fueron dejados en el trayecto como depósito de combustible y guía para hallar el camino de vuelta. “Al superar los 1.900 metros de altura desapareció la nieve y se abrió un paisaje de hielo. Ibamos a 3 km. por hora.

 Los primeros en desmembrarse fueron los trineos y tuvimos que distribuir el peso de los equipos entre los que estaban sanos”, rememora Pérez.

Como en una tragedia cinematográfica, la última etapa fue la más angustiante. La temperatura cayó hasta los 50° bajo cero y los vehículos fueron enlazados con sogas de nylon.

 Para completar una jornada de 50 kilómetros se demoraba 38 horas. Con las manos entumecidas y el ánimo chamuscado por el frío, el 10 de diciembre plantaron una enseña patria en el vértice sur del continente.

Noruegos, ingleses y otros pocos expedicionarios lo habían logrado antes. “No era un capricho atlético, sino un requisito para reclamar soberanía sobre nuestro territorio. En los estrados internacionales nos decían que no podíamos reivindicar el suelo que nunca habíamos pisado” concluye Ceppi. Cinco días después pegaron la vuelta. El viaje de regreso fue mucho más simple.


Tardaron 21 días. “Veníamos en bajada, no teníamos tanto peso y habíamos marcado el sendero”, remarca Pérez. Ya en Buenos Aires fueron héroes: los recibieron miles de personas.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Primer encuentro con Borges




Era un humorista con vestiduras de escritor serio, como Quevedo o Chesterton

SERGIO RAMÍREZ 6 SEP 2014 – EL PAÍS MADRID -TRIBUNA

Mi primer encuentro con Borges tuvo lugar en San José de Costa Rica, en una tarde de llovizna en octubre de 1964. Fue un encuentro sin presentimientos, como ocurre siempre en el infinito juego de azares y certidumbres imprevistas que es la existencia, según él mismo enseñaba.

Y así me detuve frente a las vitrinas de la Librería Lehmann, que solía exhibir sus novedades acomodadas sobre un lienzo de seda recogido en pliegues, como si se tratara de estuches de joyas o frascos de perfume. Entonces, como todo es obra del azar, y de los espejos, estaban allí esperándome las tapas grises de Ficciones. Borges, del otro lado de la vitrina mojada, y yo mirándome en ella y en sus libros como en el espejo que prefija la continuidad de los encuentros hasta el infinito.

De vuelta en mi casa, recuerdo, puse mi firma en las portadillas, y la fecha, un hábito escolar de herrar los libros al entrar en posesión de ellos, que he perdido, pero que me sirve ahora, al volver a ese ejemplar tantas veces manoseado, para comprobar cuándo fue realmente que empezó Borges a ser mi maestro de primeras letras.

En apariencia, no hay nada tan lejano al mundo de Borges como el mundo del Caribe, de donde yo vengo, y de donde venía cuando me encontré la primera vez con él bajo una llovizna centroamericana; entonces, para un aprendiz de escritor recién graduado de abogado, ir de Nicaragua a Costa Rica era como atravesar el mundo; ya no digamos la distancia que en todos los sentidos mediaba entre Managua y Buenos Aires, de donde llegaban en mi infancia, sin embargo, las revistas Billiken y El Peneca.

En apariencia, no hay nada tan lejano al mundo de Borges como el mundo del Caribe, de donde yo vengo
Pero fue el mismo Borges quien alguna vez estableció esas conexiones mágicas con el Caribe, cuando recuerda en Historia universal de la infamia “la deplorable rumba El Manisero… la cruz y la serpiente en Haití, la sangre de las cabras degolladas por el machete del papaloi, la habanera madre del tango, el candombe…”.

El Caribe, que tiene mucho que ver con el sur de Borges, porque son parcelas distantes de un mismo territorio arcaico. Recabarren; el patrón de la pulpería que tendido en el camastro va a presenciar pronto un duelo, o Juan Dalhmann, que empuña con firmeza el cuchillo, que acaso no sabrá manejar, y sale a la llanura a que lo maten, también podrían haber sido historias de la Nicaragua rural y ganadera.

Borges buscó siempre alejar al lector de la idea de que el acto de leer es el acto de congeniar con una mentira, tratando de fingir a fondo para lograr algo que fuera lo más parecido a la verdad, como las citas falsas de autores que nunca existieron.

Y su erudición como arma. No una falsa erudición, sino la erudición insondable, arcana, a través de la cual es posible construir todo un mundo imaginario, utilizando sus caminos y entreveros como si se tratara de un laberinto imposible donde el lector, que es el Minotauro, dueño falso de ese laberinto, que es el mundo apócrifo de la ficción, morirá siempre de una puñalada limpia.

Borges articulaba sus distintos instrumentos, o ámbitos de la ficción, como un todo, la filosofía, la teología, la mitología, y la crítica literaria, las traducciones, las citas de autores verdaderos, o imaginados. Nada escapa a esta inmensa urdimbre, desde la que siempre estará haciéndonos un guiño, porque al fin y al cabo viene a resultar un formidable humorista. Un humorista con vestiduras de escritor serio, como Chesterton, o como Quevedo.

Y frente a sus posiciones políticas, tan irritantes, aprendí a consolarme con la idea de que nunca fue un político, como él mismo también pensaba de Quevedo. Con pleno sentido del humor nos dice que cuando Quevedo da su lista de los enemigos de Dios, lo que está haciendo “es mero terrorismo”. Quienes como Quevedo o como Borges fueron tan grande humoristas, no pudieron dejar de ser, al mismo tiempo, grandes terroristas literarios.

Borges llegaba a mí desde el Buenos Aires de almacenes que naufragaban en el atardecer hasta la vitrina de una librería mojada por la llovizna, y del cristal de esa vitrina volvió conmigo hasta la Managua de los terremotos cíclicos. El Borges que podía describir una y otra vez el duelo a muerte de Martín Fierro, al revés o al derecho, matando o muriendo, y siempre la eternidad que estaba en él mismo, en sus antepasados, en sus compadritos de faca urgida, y en su paisaje sin mesura.

Son los cuentos suyos donde yo lo sentí tocar fondo dentro de mí mismo cuando me enseñaba las primeras letras, el Borges del sur, el sur de Borges que pese a las distancias era como Nicaragua, como también el sur de Faulkner era Nicaragua, humo de lámparas de keroseno, olor a cueros al sol y a quesos rancios, y un vuelo funeral de moscas sobre el rostro de un muerto cubierto con un poncho bajo la luna pálida. Borges era mi país y era mi infancia. Y era la literatura como pasión, o como vicio, o como desesperación.


Sergio Ramírez es escritor.